9 de Julio

Panadería de esas que al entrar no se sabe que elegir, facturas generosas, tortas para golosos, panes saborizados y muchas cosas que cuando estas esperando el numero atentan contra cualquier dieta.
Además, por ser un lugar de barrio, la gente que atiende es muy cordial y siempre te dan algo rico para probar.
Siempre que fuí había bastante gente pero atienden rápido.

Hay algo de magia en esos lugares que conservan tan viva su historia. Esta es una de esas panaderías como las de antes: todos se conocen por su nombre, el mostrador y la mueblería tiene tantos años como la invención de la medialuna, y todos sus productos son bien caseritos, de esas recetas que pasan de generación en generación. Siempre las mismas caras, las mismas delicias de panadería y pastelería, y la misma satisfacción de que algunas cosas nunca cambian.
Entre sus destacados, están las medialunas de manteca (ideales para comer con jamón y queso, según dicen), facturas en general, tortas (sobre todo la de frutilla) y panes de todo tipo. Para almorzar al paso, también hay una buena variedad de empanadas, tartas y sandwiches de milanesa que son la debilidad de los estudiantes de secundaria de la zona.