Acacia Negra

Acacia Negra queda muy cerquita del negocio de novio. La esquina en la que se encuentra es triangular y el espacio generado en la esquina está utilizado con mesitas en la vereda, muy cómodo, en Devoto, medio escondido a la vera de las vías del tren.
La carta es muy cortita, y tiene cosas dulces muy ricas, especialmente los budines y los sánguches, que además de frescos son generosos en las porciones.
La atención es correcta.
La crítica podría decirse, que el lugar pareciera estar medio off, medio destartalado. El baño muy pegado a la cocina no da la mejor de las impresiones en cuanto a la sanidad del local.
Necesita reparaciones, pintura.
Tiene potencial.

Unas amigas encontraron este cafecito andando en bici por la zona. La verdad que está bastante escondido, en la esquina de Habana y las vías del Urquiza.
La ambientación es divina, sobre todo la exterior, con mesas de café, bancos coloridos y esas sillas de metal con almohadones estampados típicos de la abuela. Ideal para merienda/​desayuno al aire libre.
Tienen opciones básicas de cafetería, además de diversos jugos y licuados naturales. Para acompañar hay algunas cosas dulces que varían sus sabores según disponibilidad (cuadrados, scones, muffins, galletitas) y tostado. Este último es enorme, hasta puede compartirse. Yo pedí el cuadrado de manzana que era también abundante y sabroso.
Hay también opciones para almorzar, como ensaladas y sandwiches. Los precios son super accesibles, especialmente para la zona.
Seguro vuelvo, es divino para relajar.
Ah, solo efectivo…

Muy rico todo, en especial lo dulce, idel para desayunar o merendar.
El lugar super tranquilo y agradable, la atencion muy buena

Fui con mi mujer una tarde de semana.
El café flojo, mas bien aguado, sin esa impronta propia de café express de cafetería.
Tostado de jamón y queso en pan casero muy bueno, con abundante fiambre.
El lugar esta bien ambientado, me senté adentro contra la ventana en una especie de banco muy incomodo.
Estoy a media cuadra, no creo que vuelva.

En pleno Villa Devoto, lindero a la estación que lleva el nombre del barrio, se encuentra Acacia Negra en una esquina de amplia vereda donde es ameno llenarse con algo calentito y dulce mientras el sol pega de refilón y el olor a parque, pasto y tierra que caracteriza al pago se mezcla con el aroma a café.
Es un lugar casero, se nota: por las mozas que son madres, la cocinera que es abuela, la vajilla que es antigua y los muebles de plaza y parque que te hacen pensar que en cualquier momento aparece la nona a traerte un mate de leche.
Mi reseña no es objetiva — alguna si?- porque este barrio, mi barrio, me llena los ojos de amor para ver todo mejor. El café es rico, la atención rápida, el precio accesible y el verde de los canteros, hermoso.
Pasen y vean, más que joyita este lugar son los camafeos de la abuela.