BBVA Banco Francés

La osadía de intentar cobrar 350 dólares me llevó de banco en banco hasta que llegué a la sucursal Comercio Exterior del Francés. Entré asustada, luego de haber oído al ejecutivo de cuentas de mi barrio decirme que el dinero que intentaba cobrar era «secreto» y que no estaba en condiciones que indicarme como depositarlo en mi caja de ahorro. Me recibió una recepcionista que amablemente me indicó que debía ir al subsuelo y sacar turno en una pantalla de PC. Bajé las escaleras, saqué número y me di cuenta que estaba rodeada de cadetes de grandes empresas que seguramente tramitaban sumas mucho más onerosas que la mía.
Pasó el tiempo hasta que finalmente me llamaron a una oficina. Caminé nerviosa pero al llegar apelé a la herramienta que siempre me saca de apuros: el humor. «Hola, soy botinera y vengo a cobrar los 350 dólares que me manda mi novio desde Europa», le dije a la cajera, y la carcajada nos relajó a todos. Me explicaron con paciencia infinita cómo llenar cada casillero, donde escribir, donde firmar, donde dejar en blanco. Hasta organizamos un pequeño debate preguntándonos en qué momento cobrar una suma de dinero tan cotidiana se había convertido en una película de espías rusos de los años 60´.
Y cuando parecía resuelto el trámite, una nueva complicación: «Tenés que llevar todos estos papeles a tu sucursal de origen». Se ve que mi cara de espanto les despertó cierta lástima porque inmediatamente se ofrecieron a comunicarse con San Nicolás de los Arroyos y pedir la firma faltante. Les agradecí la buena predisposición y me retiré deseándoles buen día. Me dijeron que entre 48 y 72 horas se haría efectivo el depósito pero a la tarde siguiente estaba resuelto. Costó dilucidar cómo tramitar el envío desde el exterior pero finalmente me encontré con empleados eficientes y atentos.