Son las dos de la tarde. Típico mediodía agitado en pleno centro. Decenas de oficinistas salen para almorzar. Con sus trajes delicados, sus zapatos finos y sus corbatas costosas. Pero no se dejan ganar a la tentación de un buen chori con salsa criolla. Allí es en donde aparece«Chori 33», ubicado en la calle Bernardo de Irigoyen a esa altura. De lunes a viernes, de 12 a 4 de la tarde, cientos de trabajadores pasan por este lugar con ganas de algo bien grasoso a la parilla. También ofrecen sanguches de vacío y bondiola. El lugar es un sucucho lleno de humo, pero nada les importa con tal de satisfacer la necesidad de un chori express. Todos se conocen entre todos, la atención es muy buena, y siempre se termina conformando una charla global de amigos.