Cada vez que entro a este lugar pierdo la noción del tiempo, me es imposible no quedarme dando vueltas por el negocio, recorriendo los pasillos con estanterías repletas de distintas cosas de cocina. Tienen desde un pelapapas común y corriente que todos usaríamos hasta fuentes y cuchillos especiales, pinzas y espátulas que sólo un chef sabría utilizar. Hay cosas de diseño y otras más básicas, no hace falta ser un entendido en el tema para divertirse ahí dentro. No sólo venden sino que también compran y toman utensilios en consignación. La gastronómica está administrada por una familia, y eso se nota en el trato y en cómo administran el lugar. Son todos muy atentos y siempre están dispuestos a cambiar los productos si hubiera habido algún problema. Como trabajan con restaurantes, suelen sacar a la vereda la vajilla que tienen de algún negocio que se desarmó y la venden súper barata. ¡Esos días es ideal ir para encontrar vasos, platos y otras cosillas para la cocina!