Ginger Bakery

Pequeña bakery de Recoleta con sabores interesantes. Hay gente que le das unos pocos metros cuadrados y saben sacarle provecho.
Ginger Bakery es agradable y con propuesta que cumple. Almorzamos sandwich y croque madame con un jugo de maracuyá y una limonada (que era más bien una especie de licuado de limón, rica pero no era limonada).
Buena onda en la atención, para matizar la espera nos convidaron unos pancitos con panceta muy buenos, buen detalle.
Ahora bien, luego de un almuerzo normal, se nota que el fuerte son los dulces. Nos llevamos un brownie y, atención, un budín con pasas y nueces que estuvo extraordinario! No probamos el café, aunque leí buenos comentarios.
Contra: tienen un temita con los precios de los jugos. Son desproporcionadamente altos en relación a todo el resto de la carta. Realmente nos llamó la atención, pues tiene precios normales en todo el resto de bebida y comida.
Si andas por la zona vale visitarlo.

Es muy complicado encontrar una muy buena pastelería, que también sirva rico café y que tenga variedad de cosas dulces y saladas al mismo tienda. Ginger es uno de esos lugares que uno descubre si pasa por enfrente, pues no posee ningún tipo de publicidad ni nada que se le asemeje.
Atendido por su muy simpático y lleno de buena onda dueño, Ginger es un pequeño local a metros de la Plaza Barrientos que ahora hasta ofrece lugar para sentarse y degustar las delicias ofrecidas. Simple, minimalista, con un aire parisino que da gusto. La atención es excelente y se pueden ordenar tortas y demás productos sin ningún problema.
El café es muy rico y por el lado de los dulces son recomendables al extremo el budín de pera y chocolate, el budín de limón, las cookies (todas las variedades), el brownie (imperdible) y los alfajores de maicena que son un placer para quienes son fanáticos de ellos. Del lado de los salados, hay que recomendar las tartas y los chipás que son una maravilla.
No dejen de pasar por este hermoso lugar, ya sea para sentarse un rato o para llevarse algo para degustar más tarde o al paso. A veces no hay que mirar tanto para encontrar una excelente y agradable experiencia. Los precios son perfectos, acorde al binomio costo-​calidad, detalle más que importante.

Atendida por sus dueños con muy buena onda y predisposición para hacerte pasar un buen momento y para que no te vayas con las manos vacías tentándote con alguna cosita…, el salón perfumado por el olorcito a horneado, pareciera que estas en el living de tu casa, la presentación es más del estilo patisserie.
Predomina lo dulce, pero también hacen para los mediodías unos rolls con vegetales y queso fundido espectaculares, tartas saladas y un chipa de queso roquefort que son un vicio!! bien húmedos y sabrosos. Los pancitos o grisines de queso son ESPECTACULARES, las cookies con chips de chocolate y las focaccias con jamón y queso otras dos delicias. Sin duda un lugar que volveré y que sera mi refugio en el invierno.

Ginger Bakery es esa panadería tierna de barrio, atendida por sus dueños, perfumada por el olorcito a horneado con decoración alegre y presentación más a lo patisserie, que en canastos y bandejas. Todo está dispuesto de modo que te entre bien por los ojos. Cuando te acercás, podés distinguir los aromas de cada producto.
El dueño es un copado, sabe engancharte para que no te vayas con las manos vacías y tentarte con cada cosa. Predomina lo dulce, pero también hacen para los mediodías unos rolls con vegetales y queso fundido espectaculares, y tartas saladas.
Los carrot cake-​con forma de muffin-​son una sorpresa. No soy muy fan de mezclar verduras en pastelería pero éste parece de avena y chocolate. Bien húmedos y sabrosos. Los pancitos o grisines de queso son una locura, las cookies con chips de chocolate y las focaccias con jamón y queso otras dos delicias. Tienen una versión original de chipá a la que le agregan salame, barritas crocantes con caramelo y baño de chocolate, bocaditos tipo macarrones con menta, tortas clásicas, tiramisú y scons dulces de buen tamaño.
Hacen encargos a pedido pero no delivery, solo en las cuadras a la redonda porque no tienen mucho personal. Todas las temporadas van cambiando los menúes.

¿Viste cuando las personas dicen que se les hace agua la boca? Bueno, en Ginger esto se hace realidad. Es imposible pasar por la puerta y no entrar a mirar –e instantáneamente querer comerte todo-​. No sólo por los aromas que se escapan cada vez que alguien abre la puerta, sino también porque todo se ve delicioso. Hay tortas, muffins, bocados y galletitas de todos los gustos. La pastelería es manejada por tres amigas y creo que eso se nota en el esmero y la dedicación que le ponen no sólo a la comida sino al negocio y a generar una linda atmósfera. Hasta hace poco funcionaba sólo como local de venta pero pusieron un pequeño livingcito para tener la posibilidad de comer esas cosas tan ricas acompañadas de un café. También trabajan por encargo, así que para mi cumple les encargué el cheesecake de dulce de leche con frutos rojos. Exquisito. Otros de mis preferidos son los chipás y los bocados de chocolate y menta. EL lugar para darse un gusto o llevar a algún festejo y quedar muy bien con el homenajeado.