Hay profesionales a los que uno preferiría no tener que acudir, pero cuando se los necesita, mejor tener a uno bueno en el disecado rápido. Dentro de las profesiones medicas, ninguna es especialmente agradable, pero creo no equivocarme que un infectologo es de las menos agradables. Hay luego dos cosas a tener en cuenta: el factor profesional y el factor humano. Y cruzar los dedos para encarar ambos en la misma persona. Tuve suerte en mi caso de encontrar a Graciela Oshiro, que atiende en el Hospital Fernández o en su practica personal en el barrio de Caballito. Cuando una la conoce, varias cosas llaman la atención inmediatamente: su bajísima estatura, su origen japonés(el apellido nos tendría que haber dado una pista) y su carácter que parece, de entrada, bastante seco y «pocas pulgas». Bueno, esas tres características son tambien sus fortalezas, porque desde su metro cincuenta, tomando alguna característica asiática de sus antepasados, Graciela impone RESPETO. Si Oshiro dice que el tratamiento es a, b y c, mejor que se haga a, b y c… O aténganse a las consecuencias. De todas mantas, esta es una postura profesional: Graciela tambien tiene un exquisito sentido del humor y empatía con sus pacientes, que muchas veces llegan con mucha angustia a verla. Es, ademas, una de la sprofesionales mas actualizadas en su área, con un impresionante curriculum.