La Más Querida

Fuimos ayer con dos amigas. La verdad, una grata sorpresa.
Si bien está ubicada en una zona poco atractiva (muy cerca del puente de la estacion de Belgrano C), escondida y todo es una alta opcion para los que viven por Barrancas.
Pedimos una pizza grande, trae 10 porciones y es cuadrada. Todas las pizzas son a la parrilla. Deben haber 15 o 20 gustos maximo y los precios rondan entre 100 y 200 pesos.
Elegimos mitad Brie y mitad Pesto, la de pesto fue in cre i ble. Todo muy liviano y gustoso y habia tan poca gente que hablando y todo podiamos escuchar la musica cubana que pusieron de fondo.
Volvemos de cabeza.

Una pizzeria oculta a la vuelta del Barrio Chino en el Bajo Belgrano, llegamos después de leer varias recomendaciones. La verdad no es lo que esperaba, si bien no espera mucho del lugar, un ambiente rustico con la parrilla incorporada en el mismo salón sin ningún tipo de extractor que impida que el humo se propague por todos lados.
En lo que respecta a la pizza, pedimos ½ pizza que son 6 porciones y la masa estaba muy bien, crocante y finita, pero me fallo «el topping» habíamos pedido al pesto y la primera reacción al verla fue pensar que era aderezo de supermercado.
Tal vez fue una mala elección de pizza, le volveria a dar otra oportunidad pero sin tanta expectativa.

Siguiendo las recomendaciones de Unilocal,decidí darle una chance a La Más Querida… que gran elección!
El lugar es chiquito, pero hay bastantes mesas bien distribuidas. Llegando temprano hay mucho lugar, pero un rato después se empieza a llenar.
La pizza es INCREIBLE, masa finita y super crocante, hecha a la parrilla (¡que está en el medio del salón, a plena vista de los comensales!) lo que le da un gustito muy particular. El resto de los ingredientes acompañan y son de primera. Me pedí una bastante común, de muzzarella y pedimos que le agreguen rodajas de tomate. Sensacional.
Super recomendado, seguramente vuelva pronto. Tienen delivery, así que los que tengan suerte de ser vecinos ¡no duden en pedir ahí!

Nos la habían recomendado hacía un tiempo, y decidimos aprovechar la ida al cine para probar.
El lugar es chiquito y está casi todo ocupado por la cocina abierta con una parrilla enorme, donde el maestro (como todos ahí le dicen) hace las pizzas.
La carta es un poco reducida, pero tiene todas las clásicas y algunas opciones más arriesgadas (como una que vi de corazones de alcauciles) que tienen toda la pinta.
Nosotros pedimos una grande mitad francesa (cebolla, panceta y gruyère) y mitad bocconccini (bocconcini, albahaca y tomatitos cherry), que resultó un espectáculo. La masa es super finita y crocante, con ese toque ahumado que le da la parrilla, y el relleno (?) era super abundante. Por lo general con mi novio nos comemos una pizza grande entre los dos. A esta nos costó terminarla, era enorme, pero estaba tan deliciosa que igual hicimos el esfuerzo. Ñam.
Con cada pizza te traen además unos tarritos de salsitas, una picante (que era bastante picante, no como esas mentiras que dan en todos lados), otra tipo criolla riquísima, y una tercera que no me acuerdo que tenía pero que iba perfecto con la pizza francesa.
Los pedidos llegan a la mesa en 10 minutos, así que si están con poco tiempo es una gran opción.
La atención es buenísima, la señora atiende rapidísimo y es super super amable, es como ir a comer a la casa de un amigo y que te atienda la mamá. Un amor.

De los lugares más encantadores de la ciudad. Es como el secreto mejor guardado de Belgrano. La pizza es rica y la carta escapa un poco de lo tradicional. Las tres veces que he ido, he querido probar la Enchilada pero no he tenido suerte. La francesa y la mediterránea con pesto son muy buenas opciones, de masa delgada y tostada, servidas en una tabla de madera rectangular.
Volvería, sin duda!

Pizza a la parrilla de la buena. Lugar acogedor y pequeño, sencillo. Escondido detrás de la estación de Belgrano C. Atendido por los dueños, buena atención, rápido. La pizza viene rectangular. Es perfecto para ir en familia o con un grupito de amigos a disfrutar una buena comida. El dato es que con la pizza te traen unas salsitas para que le puedas agregar. Tienen delivery y el precio es accesible.

El lugar está un poco escondido en una cortada sin tránsito. Es una fondita, pero está bien. El lugar es chico, creo que solamente unas 10 –12 mesas en total. Mesas sin mantel, ambientación barata. La atención es buena.
La pizza está bien y es rica. Una pizza finita, rectangular, hecha a la parrilla.
El precio no sería caro en otro lugar, pero en otro lugar tendría mejores instalaciones y servicios por la misma plata, y quizás hasta me den factura…
Para pagar lo mismo, y comer la misma pizza, elegiría ir a un lugar más lindo.
No me arrepiento de haber probado, pero no estoy ansioso por volver.

La pizza es excelente! Pedí delivery y estaba perfecta. Antes de pedir pase por el lugar para chusmear, el ambiente es chico pero muy acogedor. Tienen una parrilla gigante y se ve al cocinero preparando las pizzas. Se ve todo limpio y bien atendido. Los gustos son originales, Tienen ingedientes como Salmon ahumado, queso brie, rucula. Muy bueno todo!

Es lo más porque:
1) Sirven la más deliciosa pizza a la parrilla.
2) Es de lo más sencillo que hay y no por eso deja de ser un lugar muy cálido.
3) Atienden rápido.
4) No pretenden más que dar la mejor pizza a la parrilla.
5) Está fuera del circuito «cool» (están en Belgrano C, ahí nomás de la estación, super accesible para llegar con cualquier medio de transporte)
6) Cobran precios razonables.
7) Tienen delivery.
A tener en cuenta que el lugar es chico y se llena. Sirven pizza (13 variedades), bebidas y algunos postres. No hay ni empanadas, ni fainá, por ejemplo. Pero después de probar el primer bocado, ¿qué importa? Además sirven unas salsitas para agregar.
El tipo de pago es sólo efectivo.

Excelentes pizzas a la parrilla con gustos originales pero sabrosos. Los postres, algo para destacar, más aún en una pizzería (donde no suele ser el fuerte). La atención es familiar e informal. El lugar es un poco chico y cerca de la barra (y de la parilla) puede ponerse caluroso. Hay que reservar porque las mesas son pocas.

Lo mejor que tiene el lugar es su nombre. Pues es pequeño, sencillamente ambientado y está completamente escondido… Y aún así, se vuelve sumamente querible.
Quizá por la amable atención de sus dueños. Tal vez por la atrevida variedad de sus pizzas. Pero es justo que sea tan querida.
La pizza es cuadrada, finita y a la parrilla. Y si bien es cierto que para algunos eso no es pizza, vale como alternativa.
Ideal para amigos, comes al lado del parrillero, a precios razonables, y con variedades para todos los gustos.
Uno de esos secretos que hay que conocer para que deje de serlo.

Esta pizzería es un oasis, apartada del mainstream, donde uno puede sentirse en casa. La decoración acogedora, la buena onda del staff y su parrilla le dan candor al ambiente. Lleno de turistas que buscan el buenos aires autentico y de locales que tienen EL DATO.
Las pizzas se pasan, son lo mejor. Los ingredientes son de primera y nunca nunca pichulean. Si piden por ejemplo la de jamón crudo, no van a querer probar fiambre por un tiempo.
Lo recomiendo para una noche de viernes, con amigos y ganas de probar varios tipos de pizza. En una grande (las pizzas son rectangulares y a la parrilla) pueden combinar 3 gustos de pizza con 4 porciones cada uno.
Las mesas son chiquitas y no abundan, así que si van a ser un grupo numeroso, reserven con tiempo.

Si de pizzas se trata, cualquiera que sea a la parrilla me representa una debilidad. Por eso cuando leí sobre La Más Querida sentí una imperiosa necesidad de ir a probar si era tan buena como decían. No me decepcionó.
El local está escondido en una calle que se corta con la vía de tren en el barrio de Belgrano, es chiquito –tiene solo 10 o 12 mesas– y está atendido por sus propios dueños. Cuando llegamos eran cerca de las 9 de la noche y no había mesa libre, pero nos ofrecieron tomar una que tenía reserva para las 10 y o bien comer rápido o rezar para que se liberase alguna otra antes de esa hora. Salió todo bien y disfrutamos de unos buenos pochoclos mientras esperábamos la comida (que, además, tardó sólo 15 minutos). No importa donde te sientes, siempre vas a ver el asador, que es el gran centro de atención del lugar, y cómo se prepara todo.
Las pizzas son crocantes y sin borde, y todas vienen acompañadas de 3 salsas diferentes que mágicamente combinan bien con los variadísimos gustos (ninguno de los cuales supera los $ 120). La gran atracción es la «enchilada», con salsa picante de chile; pero las de pesto y queso o rúcula y jamón crudo son un must. Si nada los convence, también pueden hacer su propia combinación. Todo vale.

Este lugar escondido en Belgrano es otra opcion que hay que probar si estas cansado del mainstream pizzero clasico argentino. La masa es bien fina, a la parrilla, cuadrada y lo mejor de todo, que nunca vi en otro lugar en la ciudad, es que viene con 3 salsas aparte para completar la orgia de sabores. Y ojo que una de las salsas es bien picante.
Los sabores son increibles, podes pedir hasta 3 sabores en una sola pizza, compartir con amigos y comer mucho ya que son bastante grandes las porciones. Todas las pizzas cuestan entre 85 y 120 dependiendo de los sabores y pidiendo 2 comen cuatro personas de sobra.
El dueño Buby es un personaje y te atiende el mismo, cuida mucho a sus clientes. El lugar es chico pero por suerte en ninguna ocasion tuve que esperar por una mesa. La atencion es perfecta, el ambiente es kitschy familiar, la comida es sobresaliente y los precios acordes. Nunca encontre ningun inconveniente en este lugar, lo recomiendo de arriba a abajo.

Mucho antes del boom del Almacén de pizzas, La más querida ya ofrecía pizza finita y crocante con sabores originales desde un pequeño local en una calle escondida de Belgrano.
La pizza se hace a la parrilla y viene en forma rectangular. Los gustos son espectaculares y de lo más variados: van desde rúcula y panceta hasta la «enchilada» con salsa de chile. Mi preferida es la que viene con salmón ahumado, champignones y rúcula. Suena rídiculo, lo sé, pero es riquísima. Lo mejor es que todas las pizzas se sirven con tres salsitas para acompañar, así que mientras comés tenés un festín de sabores para elegir.
Cuando pedís el postre no te imaginás que un lugar así va a tener opciones decentes, pero tanto el tiramisú como la panacotta están muy bien.
El ambiente, si bien pequeño, es muy simpático, con decoración simple pero cálida. La atención es súper familiar: después de ir algunas veces el dueño te empieza a saludar con un beso.
Lo recomiendo sobre todo para aquellos que creemos que la buena pizza no se termina en la calle Corrientes!