Ambientación: Mucho que desear. Mala. El lugar es completamente blanco, las mesas, muebles están muy descuidados. En vez de sillas hay muchas mesas que tienen unos sillones individuales cuadrados muy bajos e incómodos. Había poca gente y una de las heladeras hacia tanto ruido que al poco tiempo ya no lo soportaba. Un día de invierno, tenían el aire prendido porque decía que en la cocina/barra(en la otra punta) hacía frío. Si bien lo apagaron cuando se lo pedí no hay mucho criterio en pensar como lo pasa el cliente. La atención nada que comentar. Me senté en una mesa con poca luz y se me hizo difícil leer, aunque las otras mesas tenían una luz blanca de tubo que tampoco era muy poco cálida. Tome un cortado con un «Sacramento de pavita y tomate» pero no tenían ni tomate ni Sacramento. Los precios están bien. Me lo trajeron sin tomate, con queso y otro tipo de pan que la verdad estaba todo frío y una porción muy pequeña. Es lo único que probé pero si yo fuese el dueño/encargado(que estaba allí) cruzo, hago 15metros y compro un tomate en la verdulería de al lado. No soy muy exquisito pero la buena predisposición se ve en los detalles. No volvería.
Pilar G.
Rating des Ortes: 4 Buenos Aires, Argentina
Esta zona es un lugar escondido de la ciudad que no mucha gente conoce. El único movimiento importante está dado por el Automóvil Club Argentino que está enfrente. Es un lugar super tranquilo. Tienen mesas adentro o sobre la vereda. La decoración es bien minimalista y toda de blanco. Lo que da la sensación de mucha pulcritud. Es una muy buena opción para desayunar o para la hora del té. La pastelería es exquisita, casera y fresca. Hay tortas, muffins, medialunas, cookies. Todo es riquísimo. Para almorzar también hay algunos platos. Hay tartas, pollo y, muchas veces, algún pescadito liviano. Podés comer ahí mismo o llevarte lo que quieras para comer en casa. Tienen wifi. Las chicas que atienden son super amables. Y algo que me encanta del lugar. Te dejan tranquila. Si vas con un libro, te dejan leer sin molestarte por horas.
Romina I.
Rating des Ortes: 4 Buenos Aires, Argentina
Cuando necesito salir a estudiar o trabajar a algún café para oxigenar la cabeza y cambiar de escenario, es primordial encontrar un lugar que encierre algunas condiciones. Fundamentalmente que sea tranquilo, o al menos que no sea un despelote, en el que de gusto quedarse un largo rato, que tenga algo rico para comer y no te maten con los precios. Mamía reúné todo esto. Caminando sin rumbo en busca de estas cualidades encontré este tesoro escondido de Recoleta. Solo es reconocible por las sillas blancas de afuera. Es un café sencillo pero con muy buen gusto, con toques minimalistas, vidrio y colores claros. Solían tener una mesa larga para compartir bien al estilo bar europeo. Acá podes encontrar toda la pastelería que vende el local de Cañitas, pero para consumir en el local y también para llevar si se te antoja, por supuesto. Tienen wifi aunque la conexión de vez en cuando falla, pero la paz que suele haber y la amabilidad de su personal hace que no te ponga de mal humor. Para almorzar tienen un poco de todo. La tarta de espinaca esta buena para no dormirte después en los apuntes. Cremosa y liviana al mismo tiempo. Los ñoquis son mas poderosos pero vale la pena probarlos y el pollo a la húngara con Spetzels para un mediodía de invierno. Para el té, las auténticas tortas Mamía bien calóricas y golosas, con diferentes combinaciones de bizcochuelo de chocolate, dulce de leche, merengue, crema chantilly, frutillas, y la única que se sale un poco de la bomba de glucosa, el cheesecake con frutos rojos. El brioche es buenísimo, el brownie sale bastante y los bocaditos salados con infinitas opciones de fiambres, quesos y verduras.