En un local muy chiquito se encuentran un montón de historias, contadas por ropa que necesita un retoque. Y ahí está Nélida Bonan, una cálida señora, siempre dispuesta a dar una puntada. Ella cuenta con una máquina de coser y una mesa de planchado y corte. El espacio no sobra. El fuerte de la mercería es el arreglo de ropa y sus clientes son los vecinos del barrio y aquellos que tuvieron noticias de que ahí se podía dar remiendo a su problema. Cuenta que los hombres en general llevan los pantalones para acortar el ruedo, cambiar el cierre relámpago o dar vuelta el cuello de esas camisas que todavía «tiran» un poco más y no las quieren dar de baja. Y ellas, las señoras, mandan a arreglar la ropa de los niños, haciendo colocar pitucones a los pantalones rotos, achicar o agrandar alguna prenda, etc. Tiene a la venta hilos, agujas, botones, alguna ropita y regalitos para salir del paso. Y mucha onda trabajando.