Monumento a Carlos Gardel

Las raíces de nuestro querido Buenos Aires se mueven al ritmo del 2×4, y Carlos Gardel es indiscutiblemente uno de los grandes íconos del tango nacional y popular. Conocido como el «Zorzal Criollo» o «el Morocho del Abasto», el cantante se ganó este último apodo porque, justamente, fue el barrio del Abasto el que lo vio crecer y desarrollarse como artista.
El lugar elegido para colocar esta escultura que le rinde homenaje es la intersección del Pasaje Carlos Gardel con la calle Anchorena, frente al centro comercial Abasto Shopping, que está rodeado de murales, bares y estatuas tangueras (ver Paseo del Tango:
).
Justo en la esquina del restaurant ex «Chanta Cuatro», se ubica el majestuoso monumento Carlos Gardel, obra del argentino Mariano Pagés, cuya estatua tiene dos metros cuarenta de alto y está montada sobre un pedestal de granito rojo de un metro sesenta, sumando entonces el conjunto cuatro metros de alto, IMPRESIONANTE. Se inauguró en marzo de 2000, y es la primera y única escultura de Carlos Gardel en la Ciudad de Buenos Aires. Para realizarla, el artista usó como modelo una foto tomada al zorzal hacia el año 1930, donde se lo ve radiante, con los brazos cruzados y peinado con gomina, bien tanguero.

Todas las noches se ve a los turistas bajando del colectivo y sacándose fotos frente al monumento a Carlos Gardel. Algunas mujeres guapas, incluso, lucen sus piernas imitando un corte de tango a los pies del «zorzal criollo».
La estatua, realizada en bronce por el escultor Mariano Pagés, tiene 2,40 m de alto y está montada sobre un pedestal de granito rojo de 1,60 m. Fue inaugurada en 2011 y aunque suene extraño es la primera que se levanta en homenaje al «morocho del Abasto» en las calles de Buenos Aires.
La historia cuenta que luego de morir en un accidente aéreo en Medellín, Colombia, se le solicitó a los gobernantes locales de la época que nombraran a una plazoleta de la ciudad como Carlos Gardel. Pero se negaron argumentando que el mítico cantante tenía antecedentes penales. 65 años después, Carlitos recibió su merecido monumento.