Yo quiero mucho a este lugar. Lo banco y lo milito. Viví a la vuelta 3 años y es la mejor forma de salir a comer y continuar en modo«casa». Podés ir en pantuflas, que te siguen atendiendo como a un rey o una reina. A metros de la Bombonera, y como una extensión de la misma, la decoración es alegremente bostera y anti-river. Es muy entretenido ver los carteles de todas las épocas, mezclado con caparazones de carancho y tortugas. Yo siempre encuentro algo nuevo. No lo elige cualquiera, pero el que deja de ir se pierde los mejores platos de bodegón del planeta. Los canelones, las papas fritas, el peceto a la portuguesa… y la estrella de esta cueva: la suprema a la napolitana. Es una milanesa de pollo como la describiría el Génesis: usan una pechuga enorme, fresquita y sin abundar en huevo y pan. Es simpático que llenan el plato de salsa y ponen la mila arriba con jamón y queso y las papas… una versión. La atención es muy familiera. De hecho está lleno de vecinos habitués. Podés pedir el control remoto y cambiar de canal, sacar una guitarra y ponerte a tocar… y nunca falta el que se queda dormido en la silla. Barrio de conventillos que aprendió la convivencia en su máxima expresión. La Ribera es lo más bodegón que pueda haber en el siglo XXI.