Si bien choca un poco decir que un cementerio está bueno, este al menos le saca un poco de dramatismo al cementerio común. De afuera parece una quinta. Ni bien llegás hay un estacionamiento de mano derecha y una vez ahí podés bajarte para ir hasta el «casco» del lugar, donde están las oficinas y una capilla. Las lápidas en realidad son placas que están sobre el cesped y la mayoría de la gente que va a visitar a sus familiares o amigos lo hace más en plan«dia de campo» y llevan mate o flores para sentarse un rato ahí, en el pasto, mientras los recuerdan. Puede resultar un poco morboso tomarse unos mates ahí, pero bueno, cada uno lo procesa como mejor le sale. A mi la verdad el lugar me gusta dentro de todo: no se escuchan ruido, no hay olor a podrido de flores marchitas porque la mayoría de las flores están plantadas y el pasto está muy cuidado, así que ya por eso solo me parece recomendable.