Un pequeño lugar casi escondido entre árboles en la flaca vereda, tiene dentro el paraíso para quienes no tienen lavarropas o no pueden lavar sus prendas a falta de tiempo. Este lugar, que abunda en sucursales por toda la ciudad, es un sitio pequeño, desacomodado pero muy útil y con buen precio. El trato es de confianza, cumplen con lo pactado y trabajan a tiempo siempre para solucionarte los más complejos problemas de prendas. Servicio de tintorería, lavado de trajes, sacones de telas complicadas, limpieza y eliminación de pelusas y pelos de perros en abrigos, acolchados y demás telas difíciles de limpiar en casa. Es un sitio muy iluminado por la noche, que trabaja hasta pasadas las ocho. Atienden una mujer y un hombre, se pueden hacer pedidos especiales ya que tienen en cuenta las situaciones particulares de cada persona. En comparación a los altos precios de otras lavanderías, esta es más económica, amoldándose a la necesidad y realidad de las personas. No se necesitan demasiados lujos al ir a una lavandería, sólo que cumplan con responsabilidad, que tengan buenos materiales y buena onda. Este sitio llena los tres casilleros.