Bodega Trapiche

Esto de tener familia en Mendoza me ha llevado a desconocer lo que visita un turista promedio. Pero esta vez salimos de la modorra de la siesta y nos fuimos con tíos y primos a recorrer la bodega Trapiche. Antes habían ido los pequeños en una visita guiada para escuelas lo cual me pareció muy oportuno para los niños mendocinos. Nos recibió Julián a quién no le importó nuestros 15 minutos de demora. Parece que en Maipú lo primordial es hacer sentir cómodo al visitante, un gran valor.
Comenzamos por dónde hay que empezar, la historia de la bodega y la producción del vino en la Argentina; una clase de historia que incluyó una visita al museo que conserva las máquinas tradicionales para moler uvas y transformarlas en tintos, rosados y blancos. La bodega incluye un salón que se alquila para eventos y un olivar que se aprecia desde sus balcones. Del pasado llegamos al presente donde las barricas de roble francés y los tanques de acero conservan y fraccionan bebidas que se exportan al mundo.
Terminamos el recorrido con una degustación que incluyó distintos varietales y tamaños de copas. Julián nos explicó cómo conocer y disfrutar de un vino haciendo uso de los cinco sentidos. Sin ningún tipo de apuro terminamos nuestra feliz experiencia donde también aprovechamos a comprar un par de botellas. Al momento de pagar la visita ($ 120) los locales fueron invitados por Trapiche y sólo abonamos los que hacíamos las veces de turistas. Dijeron que de ese modo los mendocinos volverían a traer a sus familiares y amigos a recorrer las instalaciones; me pareció un gesto comercial acertadísimo. Un «must» en Mendoza, no se lo pierdan.

Era la segunda bodega que visitábamos en el día. Sin Muchas expectativas fuimos a la visita más degustación. El valor era de 100 $ por persona.
El paisaje era impactante. Una hermosa fuente a nivel del suelo te recibe en la entrada. El tour comienza con un video (q no pude ver x llegar sobre la hora) luego en el Museo con maquinaria antigua funcionando para poder apreciar la historia del lugar en vivo. Con un gran guía que te interioriza de todo lo pertinente al vino y su producción. Una recorrida breve por la planta nos lleva al salón adoquin donde una muestra de arte y fotos acompañà la vista. Todo con el aroma propio del vino que te acompaña a cada momento. Luego saliendo al exterior se puede ver la magnitud del terreno. Un tren y su vía. Y un lago detrás de unos olivos. El guía muy predispuesto nos lleva al segundo piso para tener una mejor vista.
Un piso de vidrio y un ambiente de lujo te prepara para una fantástica degustación de 1er nivel. Vinos de alta gama para todos. Y por primera vez una explicación profunda para degustar correctamente. El guía hablaba 2 idiomas y explicaba en ingles para los extranjeros también.
Luego de una extensa degustacion de 4 vinos se dio fin a la visita y volvimos a la recepcion donde podías servirte café y elegir que comprar.
Recomiendo altamente la experiencia Trapiche.