Durante varios años fui a visitar a mi familia a Mendoza y cada vez que iba al shopping veía el edificio en construcción paralizado en frente. Pero un buen día alguien dio el espaldarazo y esa torre de cemento se transformó en el hotel Intercontinental. No tuve la oportunidad de alojarme pero si de cenar en su restaurante Oliva, abierto a huéspedes y comensales en general. Se sugiere reservar pero fui un jueves a la noche y sobraban mesas. La atención es muy esmerada por parte de los camareros que están atentos a ayudar y servir en todo momento. La carta es escueta pero potente, no incluye picadas o entradas para compartir, por ejemplo. Esas se las puede disfrutar en el bar del hotel pero no en su restaurante. Cerca de 12 platos principales componen el menú que abarca pastas, risotto, carnes y pescado. En mi caso degusté unos exquisitos ñoquis con salsa de cordero: demoledor. No faltó el vino y una tabla inicial con pan casero con aceituna y una pastita indescifrable pero exquisita para untar. Nos ofrecieron la posibilidad de cenar por $ 240 con opción libre, que incluye mesas de ensaladas, pastas, un corte de carne, una bebida sin alcohol y postre pero la dejamos para los niños que hasta los 12 años pagan la mitad(ellos terminaron durmiendo en un sillón y los mayores disfrutando de un exquisito mousse de chocolate con frutos rojos y un brownie con helado). Los precios me parecieron razonables respecto a lo que suelo ver en Palermo(hasta $ 120 el plato) pero tampoco vayan con lo justo. Eso sí: esperamos bastante para cenar lo cual nos sorprendió porque la carta es breve. No olvidar: cash o tarjetas y el estómago semi vacío. Volveré por la segunda vuelta.