Club Hungaria

Si tenés ganas de probar comida húngara, éste es tu lugar! Es un club de barrio muy tranqui. Tiene un salón amplio en el que podés sentarte a cenar aunque yo particularmente voy a comprar comida para llevar (no hay delivery). Podés llamar por teléfono, hacer tu pedido e irlo a retirar luego.
Mi recomendación, el Goulash de Carne o de Cerdo es muy bueno. De todas formas, el menú incluye platos para gente menos atrevida como milanesas con papas fritas o pollo con salsa blanca y papas naturales.

Te gustan los bodegones? Te gustan los clubes barriales? Te gusta la comida étnica? Este lugar tiene todo de eso.
El Club Hungaria, como su nombre lo indica, es un club ubicado en el barrio de Olivos, casi Martínez, con aires de bodegón y especializados en comida húngara.
De las mejores opciones que hay en el barrio (si es que no es la mejor): Buenos precios, platos abundantes y comida como la de la abuela.
Obviamente, lo más recomendado es el Goulash (de carne, de cerdo o mixto).
Si te queda lugar (porque los platos son MUY grandes), también hay ricos postres.
Los precios? Muy buenos.
La ambientación es bien antigua, de club viejo; pero va muy acorde con el lugar.
Si bien el salón es bastante amplio (y a veces abren el salón contiguo), es recomendable reservar, porque se llena.

El lugar es enorme!!! La mayoría de las mesas son para 4 o más comensales. Las mesas están bien separadas por lo que se pueden charlar super bien. Es un club de barrio, pero muy bien puesto. Llegamos a las 21hs y a la media ya estaba lleno!
Una de las tantas cosas buenas que tiene es que se puede reservar para un viernes por la noche.
La comida es espectacular. Los platos son gigantes! Lo que probamos fue el Goulash mixto (carne y cerdo) con spaetzle. Un manjar!!! Y los precios super accesibles. Aunque ya no teníamos más espacio, decidimos comer postre. Pedimos variado: Selva Negra, Dobos y Rigo. Todo muy rico.
Voy a volver para seguir pidiendo lo mismo y probar nuevas cosas.

Un lugar de comida tipica, como uno puede imaginarse el goulash la especialidad, aunque el cordero a la transilvania es mi favorito. El club muy familiar, sin lujos pero con tradición popular, la atención es rápida siempre y los platos abundantes y a muy buen precio. Recomiendo reservar sobre todo durante los fines de semana ya que se llena. De mas decir que el sabor de los platos si bien es simple, es muy bueno, como hecho por nuestra abuela. La carta de postres es simple tambien y consiste en tortas tipicas. Entre ellas mi favorito el strudel tibio con crema, imperdible. Aunque ultimamente he visto que las porciones se han achicado, la relación calidad precio sigue siendo muy buena.
Si les gustan los platos tipicos hungaros, en un clima familiar y relajado no pueden dejar de probar el club hungaria. Creo no los va a decepcionar.

Hay que remarcar que atienden rápido y llega bien caliente la comida a la mesa. Abundante y rico. A buen precio. Recomiendo la torta frita con ajo de entrada.

Se como rico y barato. No perderse los postres!

siempre es agradable ir a comer a un lugar donde se respetan y cuidan las tradiciones, donde uno tiene la sensacion de que esa comida es la que debia cocinar la abuela de alguno de lo que atiende, que tiene ese toque de familia.
el club hungaria es sin dudas un lugar asi. con toda la herencia de la tradicion hungara en cada uno de sus platos. esos spatzels, los goulash, los niños envueltos en repollo.
la comida es rica, tanto que se llena cada fin de semana se llena hasta explotar.
los precios son muy razonables, como en cualquier centro de colectividad.
la carta de vinos esta para acompañar a la comida. como todo lo demas en el lugar no tiene nada de pretencioso, pero se adecua al resto de la oferta en variedad y precio.
como todo club, ademas del restaurant tiene actividades recreativas. hay una cancha de futbol 5 y nos dijeron que ademas se practican otros deportes.
queda en una recondita callecita del barrio de martinez, donde se va a buscarlo y si no no se llega.
es una buena opcion para comer bien y pagar poco. y para probar algo distinto.

Podría cantar una oda al goulash. O escribir una poesía: «Oh goulash, goulash…». Pero alcanza con recomendar el Club Hungaria que es, a mi entender, un espectacular punto para que el paladar se sumerja a tenedorazos limpios en un goulash tradicional, sencillo, bien hecho y muy generoso.
El Club Hungaria es, como indica su nombre, un club de la colectividad húngara. En el que, además de comer opíparos manjares de su país lejano –porque no sólo de goulash vive el húngaro; este plato viene a ser como su asado pero también tienen un menú lleno de cosas como salchichas, chucrut y postres con canela, cremas ácidas y manzanas) — se practica esgrima, hay reuniones sociales de la colectividad y otras delicias que, por supuesto, como no húngaros, miraremos desde afuera con envidia y respeto.
La estética del club es todo: mezcla de Twin Peaks con barrio, se come en mesitas armadas en dos enormes salones –que la enormidad no nos haga autoindulgentes: los fines de semana se colma y por eso más vale ir temprano– y para los que van con hijos, un enorme patio con unos juegos medio desvencijados pero cumplidores y una gran cancha de básquet-​futbol es un buen recurso para mantener a los chicos entretenidos mientras nosotros (ah, sí) nos dedicamos a mordisquear spaetzle y a oler el cordero con devoción.