Otro lugar que las reiteradas mudanzas me han quitado. Ir al Autoservicio San Cayetano durante varios años fue hacia el final, como ir a visitar a los amigos o la familia. Es atendido por toda una familia: madre e hija se ocupan de las cajas, el padre, de la carnicería y el hijo de la verdulería. Además hay un par de empleadas que también son del barrio que atienden la fiambrería. Es un alto super pero de barrio. Y los precios responden a esto último. La carnicería es de primer nivel, Ramón me aconsejaba sobre qué cortes me convenía llevar para hacer al horno, milanesas o guisos. Y nunca le pifiaba. Un capo. Además, como yo tenía una cuchilla que daba más pena que miedo, siempre me hacía el favor de filetearme los cortes. El local ofrece además de lo tradicional, un buen surtido en productos de perfumería y limpieza, y hasta tienen algo de bazar. Así que, con mi hermano íbamos y hacíamos una buena provista semanal, que previamente pensábamos en casa, de manera que esos años fueron los que mejor comí, me bañé y limpié la casa. La caja, atendida por Susana, era un espacio para conocerse con los vecinos, ya que todos nos quedábamos unos minutos charlando o comentando algún suceso extraño ocurrido en el barrio. Ella, super amable, habré ido un par de veces y ya era habitué y hasta a veces le quedaba debiendo algunas chirolas y se las pagaba en el próximo viaje. Son todos muy buena onda, los hijos también. El Autoservicio San Cayetano es una empresa familiar que tuve el gusto de conocer y que recomiendo mucho a quienes se decidan a instalarse por la zona. Un chiche.