Lammertyn

Recuerdo que alrededor de los 10 u 11 años mi dentista le dijo a mi mamá…esta chica va a tener que usar ortodoncia. Es el día de hoy que lo pienso y me acuerdo del miedo que sentí.
Una de mis mas grandes fobias eran los dentistas y peor era tener que saber que iba a tener que visitarlo bastante seguido después de que me colocaran los aparatos fijos.
Llegamos al consultorio, que también era la casa de mi dentista y el sólo hecho de entrar me heló la sangre. El olor tan característico que siempre hay en esos consultorios mezcla de productos desinfectantes alcohol y el particular de los elementos de tortura que usan; sumado al sonido del temible torno me paralizaron.
Llegó mi turno y al recostarme en la camilla mi cuerpo estaba inmóvil, el dentista tomó mi brazo y me explicó muy cordialmente lo que estaba por hacer y la importancia que tenía para mi salud bucal ese pequeño esfuerzo.
En este lugar hoy en día no sólo se dedican a niños y adolescentes, sino que se atienden adultos, también. Se realizan limpiezas, blanqueos, estética en general, ortodoncia en general y se atienden varias obras sociales.
Para conseguir un turno sólo hay que contactarse telefónicamente y la secretaria muy amablemente te lo concede.
Visitar al dentista dejó de ser un desafío para mí, comprendí la importancia de cuidar mis dientes gracias a esa experiencia en mi niñez con mis aparatos fijos.