Las grandes atracciones de Tandil incluyen ascensos, y este es el más feroz. Definitivamente no es apto para niños o ancianos sin adultos que acompañen y que vayan muy muy despacio. Los escalones(sobre todo en el último tramo) es muy empinado y si no se está acostumbrado a alguna actividad o se sufre de vértigo, puede ser difícil. Todo esto vale la pena. Uno se encuentra con una gran piedra manteniendo equilibrio, un gran símbolo de Tandil. A su alrededor una vista alejada de la ciudad, completa, sus edificios chiquititos parecen alejados y parte de una maqueta. Fotos con la piedra, de campo y la ciudad. Bajar me resultó difícil, me maree un poco, ayudé a una señora mayor el primer nivel… ya el segundo es más ligero. Al llegar a base, nos sentamos a descansar en un parador, no hay mucha variedad para comer y tomar, pero sirve para tomar una gaseosa y comer algo ligero para recuperar fuerzas y volver al centro.