Mercado Central

A medio día tienen un menú acotado. No pude probarlo porque mi acompañante no encontró nada que le gustara (yo ya le había echado el ojo al cuscus) y nos fuimos.
Sí, yo también pienso que debo cambiar de acompañante. Igual, era madre. Las madres no son intercambiables, lamentablemente.

Fui un mediodía con unos compañeros de trabajo y pedí los burritos del menú que resultaron ser dos rapiditas con ensalada dentro. Muy poca carne y nada de quedó que era lo que prometían. Para lo pretencioso que es y el precio, la verdad me fui con una impresión muy pobre del lugar. No podés prometer burritos de cordero y traer dos rapiditas.

Tiene una carta bastante acotada y que cambia seguido asi que conviene verla por internet antes de ir. La comida es bastante elaborada asi que no lo recomiendo para gente complicada para comer. Lo malo que tiene es que la zona esta siempre llena de autos y es muy difícil encontrar un lugar para estacionar
Tiene un patio muy lindo para ir a almorzar en verano

Había ido un par de veces a comer con amigos y no nos había resultado nada espectacular pero como el lugar es muy lindo, sobre todo el patio chiquito es divino, zafó, digamos. Después fui con mis hijos a almorzar al patio un día lindo de primavera y fue todo muy bien. Pero la última vez fue un bodrio total! Fuimos 6 amigas a la tardecita, pedimos unos tragos y nos dijeron que teníamos que esperar para pedir tragos! En fin, pedimos un café y cuando nos dieron el ok pedimos un clericó. Tardaron fácil 45 minutos en traerlo, pasando de largo y sin contestarnos cuando preguntábamos cuándo venía. Cuando vino era una jarra lastimosa con dos rodajas (dos!!) de cáscara de naranja y pomelo ídem. Le preguntamos qué era lo que pasaba con el resto de la fruta (parecía una joda, de verdad!) y nos dijo que era «clericó cítrico» que ahora se usaba eso…(?!) Juaaa! Caraduras total, el tipo nos sobraba mal, se puso maleducado y cuando le dijimos que era una chantada nos dijo que nos podíamos ir. Obvio que nos fuimos pero no podíamos creer la situación: el tipo nos trajo clericó cítrico y encima nos echó!, caraduras total. Después nos enteramos experiencias similares así que, para nuestra autoestima, no fue algo personal. Desastre. Nos fuimos a otro lado y nos fue bárbaro, todo se recompuso, como suele pasar si salís con amigas. Y quedó la anécdota del clericó cítrico for ever!

fui con mi esposa un sábado a la noche. Tuvimos que esperar pero valió la pena. La carta es acotada pero buena, comimos un lomo de cordero y la pesca del día que fue un Salmón rosado. Conseguí lugar para estacionar en la puerta; la atención fue muy buena.
Como la espera es en el patio deberían poner en invierno algún tipo de calefactor dado que había gente con frío. Igual el lugar se súper recomendable, muy acogedor.

Siempre fui a almorzar, por lo que no conozco el menú de cena, que estimo que es distinto y tiene otro precio.
La ambientación está buena. Si bien no es un espacio grande, está muy lindo y tiene un estilo para que te sientas cómodo y relajado, pero igual sepas que estás en un lugar «bueno».
Tiene un mínimo jardincito a la calle que debe ser ideal para tomarse una cerveza a la tarde en verano (tienen happy hour de tragos).
A mi me resulta ideal para reuniones laborales. La música no está alta, y está buena, no es un lugar ruidoso y las mesas están espaciadas.
El menú de almuerzo sale $ 105 (julio 2015) e incluye un plato principal, bebida (agua, gaseosa o copa de vino) y postre o café.
Está dividido en 3 secciones: platos calientes, sandwiches (que incluye hamburguesa de cordero) y «light» (con ensaladas o tarta de verduras).
La comida es muy rica. Yo probé el risotto y la tarta de verduras, ambos riquísimos y muy abundantes. Los postres no son la gran cosa, pero acompañan bien. Generalmente quedás lleno y elegís el café.
Lo único que no me gusta es que suelen tomarse su tiempo con la atención…tardan en tomarte el pedido, tardaaan en traer la comida, tardan en cobrar, y así.

Mercado Central está ubicado en una zona muy linda de Vicente Lopez, muy residencial y cerca de Avenida Libertador.
Es un lugar que ofrece cocina de autor, con una carta acotada pero platos espectaculares, ofrecen carne, pastas, pescados y unos postres geniales. Conviene ir con reserva cuando son grupos mas o menos grandes.
Cuenta con un patio que tiene una barra donde ofrecen tragos y es mas que disfrutable en tardes /​noches calidas, en invierno no lo recomiendo ni de casualidad porque te congelas!
Ambientado cual viejo almacén, con balanzas de antaño, las heladeras de madera y luz tenue es ideal para una cena de 2 o un grupo reducido, no vayan en busca de ruido y quilombo… es mas bien, todo lo opuesto.
Los sorrentinos no tienen desperdicio alguno… son una exquisitez absoluta. La carne también es muy buena y el volcán de chocolate merece una ovación directamente!!!
Los precios son acordes a la calidad de los platos, no es económico realmente, pero tampoco es un lugar imposible de pagar!
Una buena opción para ir a un lugar diferente.

Un lindo resto en florida.
Lo bueno: sin dudas el patio. Es un lugar muy agradable, tuene buenos tragos, una barra afuera, unos livings medios rusticos, es un espacio recomendable, los platos son ricos, y la atencion es buena.
Lo malo: la carta, demasiado corta, cada vez tiene menos opciones. Las cosas q preparan son buenas, y elaboradas. Pero faltan mas opciones.

Un ambiente genial y una comida de lujo. La carta no es muy amplia pero cambia con frecuencia y son todos platos de altísima calidad. Recomiendo fuertemente sentarse en el patio, ya que el ambiente es muy lindo. Los precios son acordes a la calidad que se está consumiendo. Ideal para una salida en pareja.

Muy lindo lugar. Fui a almorzar, pedí un risotto de mar y era riquísimo. La atención muy buena. Hay cervezas artesanales. Lo mejor: el patio bajo los árboles. Volvería.

Muy bonito para ir en compañía del sexo opuesto (o del mismo su es que tenés ‘otras intenciones’).
Ambiente encantador, servicio a cargo de niñas muy atentas y platos muy atractivos.
Sin duda ya forma parte de mi lista de restos a retener.

Excellent meals and environment. Highly recommend. Try the beef bouguigon and desert. Good wine selection.

Quisimos probar un lugar nuevo, y nos fue pésimo.
Mercado Central, Vicente López. Para arrancar, la zona es imposible para estacionar. Al llegar, hay que tocar el timbre de un portón grande. Esperamos un rato a que nos vengan a abrir. en la calle, hacía mucho frío.
Tardaron, bastante, con el correr de la noche caímos en la cuenta que ese era su ritmo.
Tardaron en recibirnos y llevarnos a la mesa, tardaron en traernos la carta, tardaron en tomarnos el pedido, en traernos la cuenta…
Al traer la carta, la moza nos explicó que no tenían varios platos, y que había varios cambios en la carta. Imposible recordar.
Cuando trajeron la panera, fue la primera sorpresa, uno de los dips de queso estaba congelado, como recién sacado del freezer, duro como piedra. Pésimo. Además que el pan era bastante feo.
Pedimos unos ravioles de espinaca con queso de cabra, con concasse de tomate, y un risotto de hongos.
Los ravioles parecían comprados en la casa de pastas, solo que se habían olvidado la mitad de la porción en la cocina, una verguenza la cantidad de ravioles, la cantidad de tomate.
El risotto de hongos más que un risotto era un arroz doble carolina pasado con champignons.
Es una pena, porque el lugar es lindo, tiene onda, tiene detalles y objetos cancheros, una caja registradora, balanzas y básculas antiguas, cosas que también están a la venta (carísimas).
Nos comimos un garrón. No volvemos más !

Conoci este lugar de casualidad. Pasando en auto, justo en la calle con una bajada hermosa en la parte, para mi, mas linda de Vicente Lopez. A pocas cuadras de la estación, a 2 de libertador y a 5 del río.
El restaurante Mercado Central es pura cocina de autor, por eso su carta es limitada pero muy atrayente y varia constantemente. La ultima vez que fui recuerdo haber pedido de entrada 2 empanadas de carne, las cuales eran tan grandes que sugiero pedir solo una porque te llena.
Y como primer plato lo que mas me atrajo fueron unos raviolones con champignones, tomates y una salsa bien liviana y fresca.
Ese día estaba hermoso y nos sentamos afuera, en el patio. Tiene una barra que desgraciadamente solo abre de noche. El lugar esta muy bien ambientado, los chicos atienden con predisposición aunque son algo lentos y «colgados».
Recomiendo ir también en su happy hour para tomar unos tragos en el patio y después pasar a cenar.