Lejos de toda zona comercial se encuentra esta cafetería que tiene un ambiente muy cálido. La atención es muy amable y se toman el tiempo de explicar sobre el grano que utilizan. Lo hacen con tanta pasión que uno también se entusiasma. El capuchino que pedimos estaba preparado con grano de Nicaragua, exquisito. Tan rico resultó que además pedí un espresso. Por último me llevé una aeropress. Lo admito, soy un poco cafeinómano, me tomo unas 3 tazas de café al día(pero del bueno, no el veneno de Nescafé).