Las Tinajas de Villa Alegre

Me encanto el lugar, fue como trasladarse en el tiempo, con los típicos viejitos comiendo o tomándose un pipeño, era inimaginable pensar que estas en el centro de Santiago en el 2015.
La comida rica y cacera.

Andaba en busca de una picada tras hacer tramites por calles Tenderini y Mc Iver. Consulté a uno de los quiosqueros de la esquina Santa Rosa con Alameda y me envió en seguida hasta Las Tinajas. Ahí le van a servir comida de verdad, señaló el amigo. Al ingresar, una joven mujer con delantal me recibe sonriente para avisarme que «no queda costillar, pero tenemos lentejas». Me senté sin consultar el precio. El apetito a veces lo sienta a uno nomás.
En cada mesa ponen un pocillo con pebre a la espera de su huntamiento. Una de las chiquillas me llevó una marraqueta entera con la que no demoré en arder el hambre. La ensalada chilena la sirven bien cargada a la cebolla pero al mezclarlo con el plato de fondo eso incluso ayuda para otorgar frescura.
Las lentejas que comí ese día me dejaron entonando el himno. Al pagar la señora de la caja justo estaba acomodando cajetillas de cigarrillo cubano que ya había tenido la grata oportunidad de fumar. A mil quinientos la cajetilla de Popular con filtro. Esto fue hace medio año mas o menos, por lo que ahora deben estar a ya cerca de los dos mil pesos.
Buena picada para almorzar contundencias por menos de cuatro mil pesos. Se nota que tiene clientela fiel por lo que para ir a ver partidos de fútbol recomiendo llegar por lo menos media hora antes.

Las Tinajas de Villa Alegre es una picá criolla como pocas, y debo contarles por qué.
Para comenzar, todo lo que se consume ahí es de preparación propia del local, salvo por las bebidas, los néctar y las cervezas, pero sinceramente podrías dejar esos bebestibles para otra ocasión, y así entregarte al sabor de un buen pipeño, terremoto o mi favorita: la caña de chicha con naranja.
Para comer, debe gustarte la comida chilena y si eres vegetariano o escrupuloso, mejor no vayas a comer ahí, ya que la oferta va desde marraqueta con pernil o carne mechada, queso de cabeza, o prietas con papas, aunque también podrías ir a la hora del almuerzo y disfrutas de la típica cazuela.
Lo atípico es la ornamentación, donde convive una marcada onda «diciochera» todo el año, junto a cuadros de ídolos del cine como Elvis, o Marilyn Monroe. Y muchas veces no suena nada de música, tan sólo una televisión prendida.
El punto negativo para muchos, es que los baños dejan mucho que desear. Y si vas tarde, prepárate para ver harto personaje criollo con copas de más, porque lo más probable es que alguno se acerque a tu mesa a hablar de la vida o incluso cantar.
Pero lo mejor, son los precios ridículamente bajos. Puedes beber una caña de chicha y comer un pan con pernil por un poco más de $ 2500 pesos.