Vivaldi Barrio Café

Actualizando la anterior, esta vez vine por algo fresco y recomiendo la limonada naranja!
Muy buena! Tambien probamos el jugo de frambuesa, muy recomendable.
Mi amiga pidio un sandwich de pollo grillado y se veia espectacular!
Recuerden que la cocina funciona hasta las 20 horas!
Se puede pagar con tarjeta y tiene estacionamiento de bicicletas!
Recomendable!

Unos pasteles dignos de un café oculto en calles de barrio, mortales. Pasteles en todos los sabores, todos los gustos y muy buenas galletas también. En general, en dulces cumplen 100%

Muy rico café!
En general los pasteles son buenos, pero el café es lejos lo mejor del local. Valen la pena también los café helados, pero claramente mas para verano.

La ubicación de este café está en un barrio netamente residencial y al contrario de lo que se pueda pensar, les va muy bien, porque de alguna forma la gente llega, sobre todo a tomar desayuno.
Lo rico es que en sus bebestibles como té o café, tienen opción para los veganos, porque lo pueden cortar con leche de almendra, también hay opciones para los vegetarianos, como por ejemplo el sandwiche con queso de cabra, tomates asados, berros y aceitunas.
Destaco su pastelería, que es muy buena, comí una especie de tarta e frambuesa, una porción grande cuyo plato venía adornado con salsa de chocolate, exquisito! También recomiendo sus kuchen de manzana y la torta tres leches.
En invierno puedes sentarte en su patio que está cerrado por una carpa y que está temperado, si aún así te da frío (improbable), hay mantitas para que cubras tus piernas :3

La decoración de este café me gusta demasiado. Tiene una linda terraza y está encarpada, tienen estufas y frazadas para capear el frío desde tempranito, porque es de los pocos lugares que abren a las 8:30 de lunes a viernes, los sábados a las 9:30 y están hasta las 20:30 con sus puertas abiertas. El café y los pastelitos, heladitos y demases están muy bien, pero yo me quiero detener en el menú que tienen a la hora de almuerzo. Cuesta $ 4.800 pesos e incluye: ensalada o sopa, las dos cosas muy bien presentadas, ricas y frescas, luego un plato de fondo que a mí me tocó ñoquis con salsa de tomate y aceituna, más pancito, más jugo natural de frambuesa. Excelente calidad.
El local está justo en El Vergel con Roberto del Río, no es un lugar muy transitable por peatones, excepto por los vecinos, por eso hay que proponérselo e ir, no van a llegar paseando. Pero vale la pena.

Este café calza perfecto con el ritmo pausado del barrio, tranquilo y residencial donde se encuentra, mezclando detalles que le dan un estilo íntimo. Ofrece almuerzos estilo menú, pastas frescas, ensaladas con rúcula y brotes de alfalfa, sándwich gourmet, sopas para capear el frío invernal… Cada cosa, hermosamente dispuesta y delicadamente preparada, para servir o llevar.
Pero no es lo que me convoca y tienta, sino la pastelería y los helados:
El brownie de chocolate, puro placer: masa intensa, húmeda, suave, olorosa y con un intenso sabor a ese «chocolate de antes».
El cheescake de maracuyá, dulce, ácido y cremoso es otra de sus maravillas, potenciado si se acompaña con el café de grano, amablemente servido.
Pero, particularmente, creo que se me dilataron las pupilas y se me renovaron los sentidos cuando probé el cheescake de maracuyá y chocolate blanco en masa de chocolate negro. Sublime.
Otro favorito es el helado artesanal de pistacho (¡me encanta! es muy cremoso y rico) y el de frutilla con albahaca (más veraniego, claro)
Otra picada por lo delicioso, pero no por el precio: como referencia, una sola pieza de cheescake bordea los 3 mil pesos… pero vale la pena, para los amantes de una pausa con el sabor perfecto.