Un lugar con una mezcla bastante coqueta entre naturaleza, arte y objetos vintage, de todo un poco pero con un ambiente encantador. La comida y el servicio son buenos; a mi llegada pedí un smoothie de fresa, arándano, naranja y piña, muy rico; tienen para el desayuno o almuerzo molletes, sándwiches, bisquets y postres, cabe mencionar que el diseño del menú está muy bonito. El servicio es bastante bueno, es atendido por su dueña y siempre tiene gente, lo que concuerda con el menú, el servicio y el ambiente agradable. Sin mencionar los deliciosos molletes, definitivamente me quedé con ganas de probar más.