En pocas ocasiones es tan cierto el «You get what you give» como en el ámbito de la hotelería. Y este lugar no es la excepción, precios bajos y calidad baja. Lo recomiendo si van por una cuestión obligatoria a esta ciudad, no quieren gastar y no piensan pasar casi nada de tiempo en su hotel, incluido casi no dormir. Yo fui por una boda que pintaba acabar hasta el desayuno, por lo que estuvo bien. Las camas son más duras que el abdomen photoshopeado de Justin Beiber y más incómodas que conversar con su ex. Los acabados y decoración de las habitaciones están descuidados, pero todo está muy limpio y no se me «extravió» nada a pesar de que irresponsablemente dejé varias cosas de valor(cámaras, joyería) sin llave ni nada. La habitación doble y el baño son de suficiente tamaño para tres personas normales y 2 muy desordenadas o con mucho equipaje. En cuestión de comida, no tienen room service. El costo de la estancia incluye desayuno buffet, aunque hay muy pocas opciones y nada muy elaborado la señora tiene buen sazón. En la recepción podrán comprar papitas y demás cosas gordas que se le antojen en medio de la madrugada. La mayor queja a parte de la dureza de las camas fue el agua de la regadera. Mientras nos bañamos entre las 9am y 11pm todo perfecto, pero a las 4am no salió agua caliente nunca y a las 7am tardó 50 minutos en salir. El wifi funciona perfecto y tienen balcón por si fuman.