Don pantaleón

Un lugar con un ambiente que representa todos aquellos estereotipos de «lo mexicano», decoraciones de papel picado de colores pendiendo de los muros, mesas forradas de cuero de un color café obscuro, algunas rodeadas con equipales otras con simples sillas de madera, desde que se entra comienza a escucharse la música fuerte, música de banda, ranchera y hasta se escuchan, de cuando en cuando, corridos. Este es un lugar ideal para ver partidos de futbol con los amigos ya que se cuenta con transmisión de pago por evento sin pena de gritar al monitor ya que esos gritos se verán acompañados de otros, quizá, más fuertes, o para una gran borrachera, para terminar cantando cualquier canción de José Alfredo Jiménez agarrando fuertemente una botella, elegida del menú, de tequila o mezcal mientras el mesero trae más y más botanas caseras preparadas previamente de las que se ofrecen de forma gratuita en Don Pantaleón.

¿Y Pantaleón seguirá esperando a sus «vistadoras»? Yo digo que no… Ha de andar dolido, y por eso puso su cantina, o por eso se la apropió.
Yo digo que si Vargas Llosa viniera aquí, se echara un tequila doble en la barra, con el consiguiente gritito: «ajajajajay». Nada estaría mal con él y chance hasta nos regresa de dictadura perfecta a ogro filantrópico.
Son este tipo de cosas las que me pongo a pensar cuando mi Sol va al baño y yo me quedo, chela en una mano y tequila al alcance, pensando en qué podría pasar si… Si yo fuera escritor, si yo pudiera decirle a la gente que gobierna lo que pienso, si yo, si yo… Pero, como dicen los tacvbos: «Mejor, yo me echo una chela…». Mientras tanto, siempre nos quedará Don Pantaleon.