Esta sucursal(de cuatro que hay, si mal no recuerdo) está agusto y céntrica. No escuchas el estruendo de Ávila Camacho, pese a estar el negocio en plena avenida. La comida es rica, yo creo que más los diferentes preparados de pescado y mariscos con guarnición y ensalada que otros platillos. Por ejemplo, yo un hombre de 1.83 metros que apenas se llena con siete tacos de buen tamaño, tuve con una generosa porción de filete de pescado empanizado, arroz, ensalada fresca y ensalada de zanahoria con piña. Eso sí me latió. Las chabelas con coctel de mariscos deberían ser más grandes, para el precio que manejan. El ceviche dos-tres, tampoco es para tanto. Una vez que estaba ahí me tocó que dejaron entrar al lugar a una doña cocorona y su familia; la señora cocorona traía abrazado a un perrito como si fuera de la misma sangre y extensión de su cuerpo; sólo faltaba que los meseros –pese a los comentarios del resto de los comensales– le pusieran al can un banquito para bebé en plena mesa.