Acudí a éste puesto por invitación. Mi suegra asegura que viene a este lugar desde antes de que nacieran sus hijos. El letrero que acompaña el establecimiento, corrobora su trayectoria: «Desde 1970». Tienen de todo: pastor, bistec, chorizo, carnaza, lengua, etcétera. Tortitas de la misma carne, agua de hoechata y refrescos. Los tacos te los pueden bañar en salsita verde, roja o ambas. Tanto los tacos como la salsas tienen un gran sabor. Hay una salsa de cebollitas con Chile habanero que pica de una manera tan deliciosa, que no te da pena estar rojo, con la lengua de fuera y respirando irregularmente. El servicio es muy ameno y amigable. Por esta zona hay una cantidad considerable de puestos de tacos, pero la verdad, es que tacos Garibaldi se ha ganado un lugar especial.