En una escapada de lo cotidiano, y con la esperanza de estar muy temprano en la mañana en San Miguel de Allende, llegamos al Flamingos. No tenemos muchas expectativas porque por fuera se ve engañoso: como esos lugares que quieren pasar por modernos pero que terminan decepcionando. Es tarde y nos atiende un muchacho que nos explica muy bien las tarifas y nos consigue precio por quedarnos hasta más tarde. En fin de semana son más estrictos al respecto, nos explica. La cocina cierra temprano, debimos traer provisiones. La habitación es limpia pero los muebles no parecen tan nuevos como el resto del lugar. Calificación en escala romántica: 7. Pero se gana cada uno de esos siete puntos. Creo que puede servir bien para una familia que pasa por la ciudad, porque no hay mucho movimiento de autos, es barato, silencioso, y si es muy noche no recomendaría viajar lejos por esa carretera. ¿Para parejas? Bastante limpio, aunque no esperes la cama más cómoda.