Este pequeño puesto de flanes napolitanos, que se ha ubicado, generación tras generación en las puertas del Templo de Belén, es ya toda una tradición y algo que se tiene que probar si se viene a Guanajuato. Por lo general es una señora la que se sienta, con una caja amarilla llena de pequeños flanes en vasito, pero recuerdo que cuando era muy pequeña, era un señor el que las vendía. Y recuerdo muy bien el sabor y la consistencia, que sigue siendo el mismo año tras año, generación tras generación. ¿En papelito o en vaso?, es lo que te preguntan, pero lo tradicional es que las comas en papelito, porque así se voltea el flan y puedes comer primero la parte con el caramelo obscuro. Es todo un deleite, no es muy dulce, y aunque es pequeño, se disfruta bastante. Un pequeño postre que recomiendo ampliamente.