Es un restaurante de aeropuerto. No hay que esperar mucho del sazón o la calidad de los platillos. Eso sí: los precios son altos. El lugar es bueno para beber una cerveza o degustar un tequila mientras se espera a alguien. Las fotos del menú se ven cientos de veces mejor que la realidad de los platos. No me malinterpreten. La comida es comible. Así, a secas. Yo pedí un sándwich de roast beef y mi hija un espagueti con albóndigas. Como ya lo señalara Augé: éste es un lugar de tránsito, mientras se aguarda algo, mientras llega uno a un sitio mejor.