Montículo de la 128

Ningún lugar de esta ciudad guarda un significado tan especial para quien escribe como esta pequeña colina ubicada justo a la mitad del camellón de una transitada avenida del poniente de Mérida.
Desde que recuerdo, siempre que pasaba por aquí solía llamarme la atención aquel montículo que en realidad no tiene nada de extraordinario más que algunos árboles y un espacio abierto cubierto de césped. Nadie lo sabía pero en aquellos días, aún estando soltero, añoraba algún día llevar a alguien especial a este que consideraba mi lugar favorito y subir hasta la cima con dicha persona.
Pasaron los años y ese día llegó finalmente. A continuación les relato lo que ocurrió entonces y que hoy es uno de los recuerdos más bellos que atesoro:
Había estado saliendo con una chica increíble, muy linda y con un sentido del humor igual al mío lo cual me había cautivado por completo. Decidí que ella era la persona especial que tanto añoraba así que le pedí que fuéramos a la colinita, ella aceptó encantada.
Luego de un breve paseo le dije que quería subir con ella hasta la cima, sin dudarlo ella aceptó y una vez ahí nos sentamos a charlar en el pasto, platicamos de muchas cosas, a decir verdad yo sentía una mezcla de nervios y emoción pues estaba decidido a confesarle mis sentimientos. Justo al anochecer no pude contenerme más y le pedí que me concediera la dicha de ser su novio…
Esa chica increíble es quien hoy puedo decir con orgullo que es la mejor compañera que pude elegir para pasar el resto de mis días. Aquella colinita fue testigo de una de las experiencias más hermosas que he vivido, pues aquel memorable día subimos a ella siendo amigos y bajamos como pareja.