Este pequeño parque ubicado en el reino vecino de Chenkú guarda un significado especial para quien escribe, pues fue sitio de innumerables anécdotas y vivencias de esas que atesoras y que al recordarlas no puedes evitar sentir nostalgia y emoción. Hay tantas historias que podría contarles de aquí, tantas, que extendería mucho mi reseña y quizás podría aburrirles. Haré mejor una breve descripción del parque señalando cada parte y alguna anécdota cortita relacionada. Este lugar se sitúa entre dos calles que se cruzan en forma angular dejando un vértice muy cerrado en el extremo del parque, mismo que fue aprovechado para instalar un pequeño arriate con forma triangular sobre el cual se alza un árbol. Precisamente el triangulito era mi sitio preferido del parque, aquí solía platicar largo tiempo con unas personitas que eran las más divertidas y agradables que se puedan imaginar aunque tristemente nunca las volví a frecuentar. La siguiente sección del parque, avanzando desde el vértice es un área de arena y juegos infantiles, luego hay una pequeña explanada. En esta parte aprendí a equilibrarme sobre la tabla de skateboard, como se imaginarán me llevé unos buenos golpes pero fue bonito cuando finalmente pude sostenerme y avanzar. La parte central del parque es una especie de escenario o área elevada en cuya superficie se alzan unas columnas alargadas en forma rectangular cuyo propósito nunca pude descifrar. Hacia el final del parque se encuentra una cancha de básquetbol y unas gradas. Aquí solía patinar y jugar fut. En ocasiones me quedaba hasta muy entrada la noche platicando con mis amigos en las gradas. Si pudiera pedir un deseo, éste sería reunir en un solo lugar a todas aquellas personas maravillosas que he conocido en la vida, y el lugar que elegiría para ello sería definitivamente este parque.