¿Cada cuánto pensamos en nuestra vejez y cómo lo pasaremos? El lugar donde estaremos, la gente que nos rodeará, o peor aún, cuánto durará, si bien es cierto en nuestra cultura no se habla de la muerte, se le teme y no es para menos, pero la realidad es que no podemos escapar de ella, en algún momento del trayecto nos alcanzará y si llegamos a la vejez será toda una osadía digna de reconocerse y admirarse. Sin duda todos esperamos que sea lo más aceptable posible, o lo más humano, mas no siempre es así, infortunadamente, un asilo siempre se va a sentir triste, melancólico. Este asilo no deja de ser todo eso, al entrar y ver algunos ancianos algunos cuerdos y muchos otros no, pasar el día sentados en su silla esperando las horas de comer y dormir, hablando muy poco entre ellos y viendo con admiración cada vez que alguien se permite cruzar la puerta y echar un vistazo. Las veces que he asistido ha sido por proyectos de responsabilidad social escolares, sin duda nos hubiera gustado hacer más, pero es lo que había. Estos ancianos no piden comida, ni siquiera medicamentos, a ellos los que los ha llenado de vida cada vez era la simple visita, sólo eso, que pudieran interactuar con el mundo del que se sienten abandonados, el convivir con ellos deja una dura lección de vida.