El encargado de este lugar es un tipo bastante serio, aunque muy agradable. Su semblante siempre denota preocupación, estrés, pero no es porque le rodeen mil y un problemas, no, es que siempre tiene misiones que superar en sus videojuegos y ello suele perturbarle muy a menudo. Muy a menudo compro los ingredientes de la cena en este lugar y el chavo se encuentra inmerso en una batalla de la segunda guerra mundial o enfrentando al monstruo de sólo él sabe qué. Lo divertido es que mientras despacha a la clientela(eso sí, no descuida a sus clientes), cuenta lo complicado que es derrotar a Sub-Zero o por qué decidió elegir ciertas armas para recorrer los laberintos en Splinter Cell. Sólo él sabe a qué se refiere. Es una experiencia nueva que sale de lo habitual. No soy fan de los videojuegos, pero este chico lo es y mucho, y charlar con él, aunque no entiendo ni pío de sus experimentados trucos, hacen que la compra se vuelva amena.