Al Andalus

Si quieres comer un festín árabe este es el lugar. Solo tienes que saber que te vas a atascar. El lugar está padre porque es una casona antigua. Vine en la tarde y sí le entra la luz. Eso me gustó.
El mesero nos recomendó pedir el plato libanés con taco árabe (~$ 260/​persona) porque según esto nos íbamos a quedar con hambre si solo pedíamos el plato libanés. No fue el caso. El plato libanés tenía 11 platillos: humus, jocoque, hojas de parra, shanklish, arroz con lentejas, kepe bola, carne cruda, algo tipo humus pero de berenjena, tabule, etc. Más el pan árabe. Así que imagínense el festín. Nos trajeron nuestros tacos árabes de falafel pero ni los tocamos. De hecho tampoco nos pudimos terminar los 11 platillos y eso que éramos 4. Nos llevamos tanta comida que hasta daba risa. De tomar pedimos una jarra de agua de limón con menta muy rica.
Lo malo es el servicio. Nos sentaron rápido y también nos trajeron la comida luego luego pero el problema fue que después se olvidaron de nosotros. Tuvimos que pedir varias veces que nos enseñaran los postres (de plano mejor nos paramos a verlos), luego tardaron años en ponernos la comida para llevar y traernos la cuenta. Al final como ya había pasado como 1 hora desde que empezamos a pedir los postres y todo decidimos pararnos a pagar a la caja.
Al final sí me gustó este restaurante pero vayan con mucha paciencia y tiempo.

Excelente lugar con buenos precios. La comida es totalmente abundante con delicioso sabor. Definitivamente, la mejor comida arabe que he comido. Los shawarmas, el labne y el humus son realmente exquisitos.

A Mexican Lebanese friend took me here once to try «authentic Libanes» food. The colonial mansion in which the restaurant is located is gorgeous and the place’s off-​the-​beaten track location in the centro make it feel like a nice find. But I thought the food was dry and lacked flavor at times. Plus the menu is relatively expensive for this part of the centro.

One of the best restaurants in town. Incredibly delicious. Order the platos libanes with tacos arabe. It is a bunch of different plates: taboulie, jocoque, hummus, baba garnish, a beef tartare that people go wild for but I think it’s just ok (not really my thing), two kinds of rice, stuffed grape leaves, a cheese thing, and kepe bola which are amazing. The tacos arabe are to die for too and they bring you tons of hot, fresh potato. Get the limonada with mint and the baklava too. All incredibly tasty

Estoy de acuerdo con las otras reseñas: yo también pienso que es el mejor restorán de comida árabe de la ciudad relación calidad/​precio, también pienso que el que llega a esta lugar es porque realmente sabe a que viene (estoy de acuerdo también en que parece Calcuta), y sin embargo cada que puedo regreso.
La casona donde se encuentra es agradable, viejísima de techos altos. Si le pides al panadero pan del horno te lo regala sin problema recién horneadito. El ambiente –yo he ido en fin de semana– es familiar, pero no te confundas, la familia árabe es más amplia que la «gran familia mexicana», esto es; mesas de 15 personas, desde el bisabuelo hasta el bisnieto, cosa que puede hacer que las mesas esaseen en hora pico.
Mi recomendación es llegar por Av Chapultepec, dejar el coche en el valet, pedir de todo para todos, y rematar con una jarrita de café turco para combatir el Mal del Puerco.
Guarda espacio para los postres también, mi favorito es el pastel de dátil recién hecho.

En efecto es uno de los mejores restaurantes de cocina árabe de la ciudad. Además de estar ubicado en una vieja casona del centro que es muy atractiva, fuera de las escaleras, es un lugar muy bueno para ir en familia incluyendo niños pequeños o con grupos grandes ya que no es tan caro como otros árabes, se pueden pedir los platos que tienen un poco de todo y así cada quien picar lo que le gusta. Desde jocoque, humus y tabule, además de las tradicionales hojas de parra, todo es de estupenda calidad, sin dejar de mencionar los postres que con nueces, pistaches y miel crean suculentos bocados.
Como todos dicen es difícil llegar pero vale la pena darse la vuelta hasta ahí. Los fines de semana hay que llegar temprano porque puede llenarse mucho y hay que esperar para que te den mesa.

No lo puedo creer que no se desborda de reseñas. Y que tengo la oportunidad de platicar mi primera experiencia aquí.
Escuché de su existencia por un amigo chef. Me confesó que era su restaurantes favorito. Para alguien tan exigente tenía que comprobar de qué hablaba. Llegamos un sábado. Caminamos un buen rato entre las calles del Centro porque ni Ana ni yo sabíamos a qué altura estaba.
Pedimos lo que nos sugirió el mesero un plato libanés. Yo no conozco la comida libanesa y he probado pocas cosas. Me encantó. Terminé cayendo en la gula. Probé el taco árabe, el humus y el jocoque, también un shawarma, que fue mi favorito. Al final Ana y yo estábamos tan satisfechas que pedimos un café. Está fuertísimo. Y pensé ‘ah este es el café que se supone te leer’, también un postre. Un dedo de novia. Porque teníamos que probar los postres. Teníamos qué. La cuenta terminó en unos 280 pesos por personas, más o menos. Pero eso sí con todo y nuestras sobras para llevar.
El servicio no fue lo máximo, lento, porque al principio nos moríamos de hambre. Al lugar acuden muchas familias, sobre todo libanesas o esos son los rasgos aparentes. Es un ambiente cómodo, tradicional y distinto para aquel –como yo– que no conocía este tipo de comida.

Sí es tantito caro, pero lo vale. Sobre todo, si tienes la suerte de que te toque mesa con vista.
Si no quieres gastar tanto, puedes pedir alguno de los paquetes para compartir (sobre todo si son más de dos personas, que es lo ideal). También hazlo si es la primera vez que vienes, así podrás probar un poco de todo y saber qué platillo es tu favorito (para pedirlo la próxima vez).
Es un paraíso para los vegetarianos y hasta para los veganos (aunque dicen que la carne no tiene comparación, así que si es lo tuyo, no dejes de probar el trompo, el carnero o hasta la tripa). Comas carne o no, pide unas lentejas con arroz.
Te recomiendo mucho cerrar con un café, con la advertencia de que tal vez se te vaya el sueño. Los postres, ya sabes, son dulcísimos y riquísimos: la pareja perfecta para el café. Prepárate para sonreír.

EL mejor restaurante de comida árabe /​libanesa de la Ciudad de México, enterrado en una de las zonas mas caóticas y llenas de gente, que si no lo conoces, nunca darías con él porque apenas tiene un letrerito en la puerta con el nombre y no explica que es. Está exactamente en el área del centro donde puedes encontrar todo lo relacionado a papelerías, el centro se divide en «departamentos» como en una departamental, son cuadras especializadas en telas, papelería, ferretería, juguetería, etc.
Este restaurante fue abierto gracias a la gran comunidad árabe que tiene negocios en el centro y está ubicado en lo que era una hacienda casona del centro. A la entrada del lugar te encuentras con un pequeño jardín interior y al subir las escaleras está el restaurante, generalmente lleno de señores, y en fin de semana ya ves mas familias.
En su menú sobresale la comida libanesa, con platos compuestos o platillos por separado, también si no se te antoja esta comida tienes otras cuantas opciones de comida mexicana, pero no te confundas, si llegas a ir a este restaurante la comida libanesa es la que hay que ordenar.
El mejor babaganush que he probado!

Es mi restaurante árabe favorito, el único problema es llegar ya que se encuentra en una zona de Mesones que más bien parece Calcuta, con peatones y coches por igual en un caos permanente en torno de las papelerías del centro. Si llegas con ecobici es mucho más fácil. La casona de Mesones tiene un aire de antigüedad y gallardía que se siente desde que uno entra por su pequeño patio, para luego subir a los grandes salones cuyas paredes con arte virreinal, frescura y amplitud son todo lo que se necesita para sentirse a gusto.
La variedad de la carta es muy similar a la de todos los restaurantes de comida libanesa: hojas de parra, kepe bola, crudo, charola, tabule, jocoque, humus, shawarmas, etcétera.
Se puede pedir un paquete que incluye un poco de todo, es abundante y ronda los 150 por persona si mal no recuerdo. Y para rematar un café turco y uno de sus deliciosos postres.

Una joya escondida en el centro histórico, entre papelerías y calles repletas de gente. Si pasas por aquí, probablemente no te des cuenta de que existe este lugar. Una de las mejores opciones para probar comida libanesa en la ciudad en un hermoso edificio del siglo XVI.
Quizás te sientas apabullado por los desconocidos nombres que te topes en el menú la primera vez que lo visites, así que lo mejor es ir a la segura para no quedar mal y pedir la «mesa libanesa». Incluye de todo, muchos platos al centro de hummus, garbanza y otras entradas para compartir entre dos personas –quizás más– además de dos shawarmas –una especie de taco en pan árabe– de cordero.

Al Andalus es un restaurante de comida libanesa donde no hay pretexto para quedarse con ganas de probar varios platillos en una visita porque su especialidad es el Plato Libanés y se sirve al centro de la mesa, disfrutando la mezcla de platillos fríos y calientes. El tabule o tabbouleh, es mi favorita, consiste en una ensalada de cebollines, jitomate, hierbabuena, perejil, lechuga con limón y aceite de oliva. El hummus también es un platillo digno de un rey porque tiene la cantidad exacta de ajonjolí y ajo. El sitio es sobrio y distinguido, para comidas familiares y celebraciones. Es un espacio que contrasta con el caos de personas y autos que afuera compran por mayoreo libretas, gomas y plásticos para forrar libros de primaria, aquí hay balcones, plantas, sombra, luz natural, los balcones ofrecen el espacio más característico porque son amplios y puede estar una familia entera disfrutando el atardecer. Para llegar hay que hacerlo por el metro Pino Suárez.

Localizado en el ajetreo diario de una calle famosa por sus papelerías, Al Andalus es un pequeño oasis para los amantes de la comida libanesa. Apenas cruzas la puerta eres recibido por un pacífico patio que contrasta con el tránsito exterior. Subiendo las escaleras se encuentra el restaurante: una casa antigua cuyos pasillos y cuartos abovedados se han adaptado para acomodar a los comensales.
Si ésta es tu primera vez probando la comida libanesa, te recomiendo que vayas acompañado y pidas uno de los platos al centro para compartir, su variedad te ayudará a decidir si es lo tuyo. En caso de que prefieras los platillos individuales, la carta cuenta con una buena selección de alimentos tradicionales. No te vayas sin pedir el postre, una especialidad de la casa: la charola de baklava acompañada de una taza de café turco.
Una única advertencia; el restaurante no cuenta con valet parking ni estacionamiento propio. Es más cómodo buscar un estacionamiento cercano y llegar a pie.

Jocoque, humus (garbanzo molido), kepe crudo (carne cruda), kepe bola, babaganush (berenjena molida), tacos de cordero. Este lugar es para comer mucho, compartir otro poco y seguir comiendo. La entrada parace de una casona, pero cuando llegas al restaurante sientes el ambiente de clásico del Centro Histórico, no por nada es uno de los restaurantes tradicionales de la zona. Te recomiendo comer en una de sus terrazas, son muy agradables. Todo el personal que atiende es servicial, así que pasas un rato ameno entre la comida, el servicio, el ambiente, el espacio y por su puesto, la compañía. Un tip es que aquí puedes encontrar tabaco árabe de excelente calidad. No te pierdas la charola de postres: una charola llena de dedos de novia y más dulces típicos a base de pistache, hojaldra y miel. Recomiendo el café turco, buen sabor y la caféína no te deja temblando.