Pues ahí dice bar, era mi lógica. Acababa de mudarme a vivir sólo al Ajusco y manejaba en un viejo bocho 90 sobre la carretera picacho cuando vi que solicitaban meseros. Estacioné mi carcacha y toque la puerta. Nada. Toqué más fuerte. Insistí. Abrió la puerta un señor fornido y alto, con ojeras y grandes cadenas bajo los tres botones abiertos de su camisa. Era el prototipo de muchacho rudo, turbio, malo, «¿Ya has trabajado en esto?» preguntó. Le hable de mi currículum de mesero y garrotero. Insistió con la misma pregunta. Insistí con mi experiencia. «A ver, ¿¡que si ya has trabajado en table dance?!» Entonces me quedó claro de que tipo de bar estamos hablando.