Hasta donde sé este es uno de los restaurantes menos conocidos de la ciudad. De hecho, yo lo conocí por casualidad tras la sugerencia de un amigo de ir a comer por la zona. Yo lo recuerdo por dos razones. La primera es por la sensación que me transmitía este lugar al sentirme en un lugar formal y elegante(lo que se notaba por la decoración, el trato de los meseros y la música suave y en vivo que de fondo se escuchaba) que contrastaba con la sobriedad del lugar. La segunda razón fue uno de los platillo que pedimos: unos caracoles preparados con mantequilla, perejil y pimienta(sé que tienen un nombre y que es en francés pero a verdad no recuerdo la palabra) y que en realidad era una entrada pero su calidad no le pide nada a ninguno de los platos fuertes de ningún lugar. Te lo recomiendo si lo que buscas es un lugar agradable para pasar tranquilo la tarde noche de un día después del trabajo.