Como todo Tabledance es uno a donde van hombres con la diferencia de que van a ver hombres. No hay tubo de por medio. Es propiedad de un famoso actor porno mexicano. Como conocedor de la industria sabe del negocio. Es un lugar más bien estrecho, íntimo. A los pocos pasos de entrar ya está un chavo sinaloense, guapetón, sentado en tu mesa tomando una cerveza contigo, chela que tú le invitas y tendrás que pagar al final de la noche. El ambiente me pareció relax, nada que ver con las escenas de strippers en donde los bugas enloquecen y meten bonches de billetes en la apenas visible tanga de la bailarina. Nada de eso. Aquí más silencio pero ojos bien abiertos. De vez en cuanto súbitos arranques de emoción y alaridos ante algún vato que da buen espectáculo mientras dura su turno de moverse al frente. Luego de terminar su rutina puedes solicitar que baile en privado para tí, al hacerlo gozas de otras prerrogativas que los simples mirones como yo ni se imaginan. Un lugar tranquilo para el voyeur escondido que se oculta bajo la luz del día pero que aquí puede salir.