Cantina Centenario

This cantina would get 3 stars in the historic center. It’s a bit pricey and doesn’t include free food after three drinks. However it’s a needle in a haystack. Adorned with florescent lights, bulls heads, and beer boxes stacked against the wall it’s perhaps the only authentic cantina in the trendy Condesa neighborhood.

Esta cantina es un clásico de los «viejos conocidos de la Condesa», tiene más de 60 años y sigue operando a la manera de una cantina tradicional. Cuando comenzaba a salir con mis amigos, me acuerdo mucho de un letrero en la puerta en el que no se permitía el ingreso a las mujeres.
Sin embargo, los tiempos han cambiado y ahora ya entran personas de cualquier sexo, tipo, profesión y color. En una tarde de viernes te puedes encontrar a los clientes frecuentes jugando dominó, a los oficinistas echando la chela y a chavitos que entran «por no dejar» a conocer, a tomarse algo como precopeo y continuar la fiesta más tarde.
La última vez que fui terminamos yendo puras mujeres porque estábamos buscando un lugar para ver un partido de Pumas y nos pareció una buena opción. El resultado fue muy agradable ya que terminamos compartiendo mesa con otros chavos, platicando del partido, de la música, de los vendedores ambulantes, jugando dominó y hasta terminamos aceptando al señor que va con su aparatito de toques para que nos pusiera a prueba.
Es un muy buen lugar para pasar el rato lejos del glamour de algunos bares de la zona, para platicar, echar unos tragos y conocer gente de todo tipo.

Una reliquia de la colonia Condesa –antes de que se convirtiera en una segunda Zona Rosa — y que se mantiene inalterable, con la tremenda cabeza de un toro colgada en la pared, es la cantina El Centenario.
Sus clásicas puertas abatibles, de cantina del Viejo Oeste, sus meseros en mangas de camisa blanca, y sus mesas jaiboleras para jugar dominó hacen de este espacio un oasis que muchos famosos de todos los tiempos han sabido apreciar: Café Tacuba, Óscar Chávez, Rubén Olivares, «El Púas» y personajes del medio taurino, como Antonio Sánchez quien, al parecer, fue el torero que donó la cabeza taurina que engalana una de sus paredes.

Un lugar que recuerda a las cantinas típicas del centro, con sus paredes blancas, su barra larga, sus mesas chaparritas y cómodas, perfecta para echarte un buen trago oyendo mariachi, viendo algún juego y platicando con los amigos.
No es un lugar bonito pero es un lugar perfecto para pre copear o quedarte toda la noche jugando dominó. El servicio es el típico de meseros ya grandes que te hacen sentir como en casa, y hasta el baño es lo bastante feito como para creerte que estás en la cantina del centro.