Capilla del Señor de la Humildad

Esta iglesia quizás representa a la perfección a la gente que acude a ella a rezar y a pedir milagros y protección: desde afuera puede percibirse como pequeña y frágil, pero lleva siglos ahí y no se va a ir. Incluso la frase latina In hoc signo vinces, «con este signo vencerás», inscrita en piedra en la iglesia, es una especie de amuleto que mucho feligrés toma como suyo, ya sea un ladrón, un padrote, un vendedor ambulante o una prostituta, o también un policía, una ama de casa, un descendiente de libaneses o un niño en busca de la fe.
Todos aquí tienen su lugar, aunque quepan sólo veinte personas repartidas en seis bancas. Si sólo visitas esta iglesia con afanes turísticos, tampoco te arrepentirás pues sus detalles churriguerescos son únicos, además de que el interior de la iglesia siempre está impecable. Recomiendo ir de día y en grupo, aunque su momento más fotogénico definitivamente es en la noche.

En el corazón del barrio de la Merced, en el Centro Histórico, se ubica esta joya del pasado mexicano, sin duda, uno de los rincones más admirados por aquellos que son devotos de la iglesia católica, vecinos de la zona, y los turistas que llegan hasta este sitio, atraídos por la fama que se ha hecho de esta capilla, la de ser la más pequeña de la ciudad.
Entre el ajetreo diario del barrio, los comercios, y el bullicio de la congestionada Avenida Anillo de Circunvalación, la Capilla del Señor de la Humildad abre sus puertas a quienes buscan consuelo y dedican sus oraciones al Santo Patrono de esta parroquia, a quien se celebra cada 6 de agosto, según marca la tradición.
Se dice, entre algunos vecinos, que la pequeña parroquia es el refugio de ladrones, prostitutas, vagabundos, y cualquier persona desamparada que deambula por esta zona, una de las más conflictivas del Distrito Federal, pero llena de marcados contrastes.
Aún así, las puertas de este lugar de oración permanecen abiertas casi todos los días de la semana, excepto los miércoles.
Si visitas esta iglesia te darás cuenta de que por dentro es muy pequeña, el lugar cuenta con algunas bancas para los feligreses, y se calcula que dentro de ella no caben más de 20 personas.
Por fuera, la Capilla del Señor de la Humildad es de estilo barroco churrigueresco, una de las cualidades de esta edificación, que se mantiene en pié desde el siglo XVI, época en que Hernán Cortés mandó construir esta y otras seis ermitas, para enaltecer el poder de la iglesia católica durante la conquista.