Comedor Café Zena

Delicious set lunch for a reasonable price, great ambience and super service — just what we were looking for! We’ll be back.

A mucha gente le gusta el estilo de este restaurante, lo que puedo decir es que si tiene lo suyo.
En cuanto a la comida sin ser mala no es lo que vale, es decir se me hace cara para lo que es, no es mejor que un Sanborns, pero la cobran como si lo fuera.
Si eres de los que piensas que en Starbucks se paga por el lugar y no por el café, este lugar te va a gustar.
En lo personal no me gustó, la comida muy X y los precios caros, pero la gente lo busca más como lugar de reunión que para comer.

Este lugar antes era una tiendita de abarrotes atendida por un amable señor y la que al parecer era su madre, medio mal encarada pero buena persona. Además de la oferta clásica de tiendita de la esquina tenían un par de sorpresas un poco más refinadas. Era la tienda de lujo del barrio, pues.
Otra parte del negocio era una lonchería/​fondita sin mayores pretensiones. Estaban buenas las hamburguesas y los alambres, los precios eran un poco más elevados que los de las fondas cercanas, pero el sabor era un poco mejor.
De repente un día cerraron sus puertas (supongo por el acoso de un Oxxo y un Seven Eleven a un par de cuadras) y un tiempo después de instaló un comedor con tienda incluida.
El lugar está muy bonito, con una mesota comunal e iluminación bajita que hacen juego divinamente con mi atuendo post moderno pre hipster, ahí nada qué reprocharles. Pero aquí vengo a hablar de la comida, que si quiero ver algo bonito me pongo a jugar con mi gato y eso me sale gratis.
La comida, pues ahí está, vegeta en un mar de indiferencia con recetas que puedes encontrar en cualquier otro lado, pero medio acomodadas más bonitas y obviamente más caras, porque para tener derecho de estar en la planchota de morgue hay que pagar.
De repente se les van las cabras al monte y tienen la intención de hacer propuestas novedosas, como una torta ahogada de jamón y queso (¡!), por el módico precio de 95 pesos (¡¡!!), sí, una torta de jamón con salsa a cien varos, éntrele chamacón.
Si andas por el barrio y tienes hambre hay un par de fondas y torterías que cumplen la misma función que este lugar. Ahora bién, si tienes la imperiosa necesidad de estar en una mesota muy bonita este es tu lugar.
También hay eventos culturales, supongo que son agradables, pero acá vengo a hablar de la comida.

Este lugar es como ir a desayunar a casa de amigos, no hay opciones para escoger, hay un solo platillo y todos los comensales se van sentando conforme van llegando en una única mesa. Las opciones van cambiando cada fin de semana, este domingo había chilaquiles de tlayuda en mole negro.
La comida la preparan conforme vas llegando y dan servicio hasta q se les acaba la materia prima.
El precio es elevado respecto al tipo de comida y a las porciones pero el servicio es cálido y amable.
Es un concepto diferente pero yo si sugeriría que propusieran al menos una opción mas sobre todo porque los sabores pueden no ser del agrado de todos.

This place puts another notch in the super cool, minimalist aesthetic belt — a style I’m realizing is quite popular in Mexico City. The entrance leads you into a long narrow room, at the base level of what I think is a 3 story building. A communal table beckons and with electrical outlets just hiding underneath the table, this is a clear spot to plug in and type away. Work-​from-​home types take note!
The menu ranges from breakfast items (chilaquiles with shredded chicken and and egg was my preference) to coffees, juices, and lunch delights. Towards the rear of the long dining/​working room, there’s a bright spot where up above, the ceiling has been lifted and the open sky greets you. It’s cozy, but it’s perfect for someone looking to get some work done for a few hours and enjoy some good eats. Plus wifi is free, so that’s nice.

Faltó deshacerme de ciertos prejuicios para darme cuenta de que el pequeño negocio localizado en la colonia San Miguel Chapultepec es una fonda. Esto se debió a la inusual distribución de su espacio: dos largas mesas de concreto colocadas a lo largo de un zaguán más o menos estrecho conectado, sin ninguna separación, a la cocina. Los comensales van tomando lugar conforme van llegando y los empleados interactúan de forma relajada con ellos. Si no se conoce el lugar, uno podría confundirlo con algún evento privado o lugar de trabajo.
El local se encuentra en algún sitio entre la fonda y la taberna, propone un espacio público y punto de referencia para la gente que frecuenta la colonia. El contenido de la carta está sujeto a la rotación anual de chefs; recomiendo probar el menú del día, el cual cuenta con una opción vegetariana. Además de ofrecer el servicio de comida, funciona todo el día como café o espacio para una gran variedad de eventos, vale la pena revisar la programación en su página web.

Este lugar solía ser una fonda tradicional en la San Miguel Chapultepec. Mientras trabajaba a unas cuadras de ahí me tocó ver su transformación en este espacio comunal con dos grandes mesas.
Aunque nunca he comido ahí, he ido varias veces a su brunch de los domingos. Utilizan ingredientes orgánicos, la mayoría de pequeños productores en la ciudad, para hacer desayunos deliciosos que cambian continuamente, a veces con proyectos invitados, ya sea otro cocinero o alguna marca en particular.
Vale la pena darse una vuelta de vez en cuando, pero llega temprano porque se llena.

La colonia San Miguel Chapultepec es conocida por tener hermosos paisajes y tener una vibra de tranquilidad que invade el ambiente. Pero escondido dentro de las calles nos espera un curioso lugar con el nombre de Café Zena. Este comedor, localizado en Gobernador Protasio Tagle 66-​A, se encuentra detrás de una puerta nada llamativa y nos sorprende con un interesante concepto ya que sólo cuenta con una larga mesa en la que todos sus comensales tienen la oportunidad de convivir.
El menú está hecho con ingredientes orgánicos y locales, los cuales nos presentan un sazón que sabe a comida casera. Es a través de la buena comida y un ambiente que incita a la convivencia que el Café Zena presenta su unicidad.
Los viernes se pueden disfrutar de las llamadas «Noches Mágicas». En estas noches el café se convierte en un bar tranquilo el cual está ambientado por música y la botana del día.
La decoración es algo rústica y las vajillas son rústicas, sencillas y encierran dentro de ellas platos deliciosos y a buen precio. Además, el café cambia de chef residente cada año.
Desgraciadamente el servicio deja mucho que desear ya que los meseros parecen ser atentos sólo con los comensales que se encuentran cerca del área de la cocina.

Junto y a la vuelta está «Comida-​Bebidas-​Revistas Para LLevar», donde venden revistas y fanzines, la mayoría son proyectos editoriales independientes.
No tienes que ir acompañado al Zena para enterarte de cosas interesantes, date una vuelta en este expendio de publicaciones para escoger una lectura que acompañe tu café.
Las publicaciones tratan temas como arte contemporáneo, arquitectura, poesía y urbanismo, o chismes de la farándula (también hay TvNotas.).

Tan pronto apareció en la colonia, se volvió mi favorito. La primera vez que lo vi, no sabía si era una fiesta privada o un café abierto al público. Me asomé a lo que parecía una entrada de garaje. Adentro, hay una enorme mesa comunal de concreto, en donde de lunes a viernes se sirve un menú de comida corrida de 2 a 4pm, pero no es el típico caldito de pollo y milanesas; aquí la onda es más hipster y cada año llega un chef residente que trae nuevas propuestas. Me ha tocado comer desde una crema de zanahoria con toques de anís y comino, unos gratínes de papa o de verduras deliciosos hasta menús de inspiración asiática. Siempre hay sopa y plato fuerte (con una opción vegetariana) postre y agua del día. La comida es rica, y cuando no estoy en mood de leer o escuchar música mientras como, me ha tocado escuchar de las más divertidas hasta las más extrañas conversaciones de los comensales a mi lado. He reencontrado personas que alguna vez conocí y saludado a personas que se me antoja conocer… es punto de encuentro de la comunidad de la San Miguel Chapultepec, ya sea para los que viven aquí o los que trabajan en oficinas de la zona.
Luego descubrí que «el comedor», como muchos lo conocemos, los viernes en la noche se convierte en un bar tranquilo, donde a lo mejor ya te animas a platicar con el vecino que has visto comer entre semana. El sábado hay parrillada (la cecina es muy recomendable) y el domingo lo toma algún proyecto independiente, por lo general, para brunchear a gusto.