Dr. Rodolfo Alvarez

Hace más de diez años, cuando no pululaban los consultorios gratuitos de cadenas farmacéuticas como hoy, me urgía encontrar un médico que atendiera a mi hija. Cosa fácil si la economía es boyante, pero cuando no permitía pagar los honorarios de un médico particular, la cosa se ponía difícil.
Una amiga me recomendó al Dr. Alvarez, asegurándome que no me cobraría las «perlas de la virgen». Así fue y desde entonces lo seguimos consultando. En alguna ocasión la fiebre no cedía en mi hija, le llamé desesperada en la madrugada, me escuchó y sin molestia por la llamada a deshora me calmó diciéndome: «toda enfermedad tiene su clímax, espere un poco y cederá». De más está decir que tenía razón.
Es una persona sencilla, del tipo de médico que hace las preguntas concretas, habla lo necesario y redacta la receta haciendo lo que sabe hacer sin rodeos. Es necesario hacer cita telefónica, pues su trabajo en una clínica no le permite dar consultas en un horario específico.
No es pediatra, aunque la atención que necesita un niño con fiebre no distingue especialidades. Es médico general, pero a toda la familia nos ha sabido sacar de varios problemillas de salud, desde su modesto consultorio en la colonia Doctores.