Dulcería Celaya, Roma

Se acuerdan en Odisea Burbujas que el profesor Memelovski tenía una maquina del tiempo, pues hagan de cuenta que esta tienda se escapo de la maquina del tiempo y se apoltrono en la Roma con la absoluta determinación de no moverse en el tiempo. Esta dulcería vende dulces tradicionales mexicanos de calidad artesanal que nunca decepcionan, y que más bien te llevan a un lugar nostálgico cuando las cocadas y los limones rellenos de coco eran las golosinas para los niños y adultos con colmillo dulce (twinkies, gansitos… que?) El espacio me encanta porque tiene un estilo de los 60s, las señoras que te atienden se ve que llevan ahí desde entonces y son orgullosas de su producto y así debe de ser. Mi deseo para la dulcería Celaya, nunca cambien!

Tradición es tradición y no hay nada que se le compare, este es el sentimiento que da entrar a la sucursal de la Roma de esta famosa dulcería de la ciudad que lleva abierta desde finales desde el siglo XIX en el centro. Tienen que tomar que todo lo que compran aquí esta hecho en casa y es por eso que los precios son más altos que los de una dulcería regular.
Muy recomendables los besos de nuez y los merengues que se derriten en tu boca. Si tienen un amigo extranjero que quiera conocer la rica tradición mexicana de postres, este es el lugar ideal.

Su eslogan es «todo bueno» y tienen la boca llena de verdad.
Cuando entré a este lugar la primera vez recordé las historias que mi abuelita me cuenta acerca de los dulces que comía en su infancia: gaznates, aleluyas, picones, cocadas y jamoncillos, todo lo pueden encontrar aquí. Además entrar a esta sucursal, que ya tiene 70 años, es hacer un viaje al pasado.
En cada bocado se pueden distinguir los sabores como la nuez, el piñón, la avellana o la almendra. Todo se elabora con las mismas recetas que hicieron famoso este lugar, fundado en 1874 por la familia Guízar.
Ofrecen canastas para regalar, un obsequio tradicional pero que conquista a grandes y chicos. También tienen mesas dentro por si quieren tomar algo para acompañar una rebanada de pastel envinado.
Me gusta imaginar que mi abuelita disfrutaba igual que yo, al probar un merengue que se deshace en la boca.

Es un regocijo para el paladar. Venden dulces típicos como jamoncillos, camotes, pastas de frutas, almendras, ates, mazapanes de almendra y piñón, fruta cristalizada, palanquetas, orejones, enjambre de nuez y un largo etcétera.
Es un poco caro, pero vale la pena, porque está fresco y sabe muy bien. Es una gran opción para comprar dulces y darlos en una fiesta, seguro quedarás muy bien.
Esta es una sucursal de la que hay en el Centro, pero es una gran opción si quieres evitar el tráfico de allá.

No dejes de probar el rompope y la cajeta que venden en este lugar, ya que el bajío se caracteriza por la fabricación de estos productos.
Lo que disfruto son los duleces de pepita que aveces son una obra de arte, de pequeña no estaba segura si comerlos o no, hasta que descubrí que sí.
Además es una muestra gastronómica (de dulces), que cualquier extranjero debe conocer al estar en la capital

De esta dulcería todo es delicioso, mis preferidos son las tortitas de Puebla, las chocolatinas y los dulces de coco. Es de la misma cadena de la dulcería que se encuentra la calle de 5 de mayo en el Centro Histórico, la de la Roma es más grande y un poco de más variedad. Es una tienda tradicional del barrio, sigue con el espíritu de los años cincuentas que fue cuando abrió. Si están caminando cerca de ahí, dense un tiempo y pasen por esta dulcería. Vale la pena comprar el dulce de su antojo y cruzarse a la Plaza Río de Janeiro para disfrutarlo tomando el fresco. Tiene paquetes ideas para regalo.