Dulceria de Celaya

We stopped by to get some chocolate and almond bars. Boy, this place is from heaven. I highly recommend for those looking to get an authentic local taste, especially if you are into sugar:)

In business since 1874, this shop has had enough time to perfect their really, incredibly sweet and delicious candies. I lose any semblance of willpower when I see the display of coconut confections.
Even if you don’t buy anything — and I don’t know how it’s humanly possible — step through the door and walk into 1874.

This is the oldest dulceria in DF and it is definitely worth a stop if you’re walking around Centro and want a quick snack. I was interested in their turron since that is my favorite food item to bring back from Espana. Their turron is different than the Spanish style — they do not use whole almonds and the nougat surrounding the almonds is thinner so it gives a different experience because of texture. But it was still good! I brought back other dulces and the quality of the ingredients was apparent in the taste. A far cry from the corn syrup laden candy in the US.
The ladies that help you with your purchases are super sweet (haha) and spend the time to wrap things up individually if needed. I will definitely be back here each time I am in DF.

Solo entrar y mirar vale la pena: una multitud de formas y colores colma los aparadores de esta insólita dulcería con más de 130 años de antigüedad enclavada en el mero corazón de la capital, a dos cuadras del Zócalo.
Se trata de un pequeño santuario a las delicias de la inacabable repostería mexicana. Ahí están los dulces más representativos de diversos estados de la República, empezando por el de Puebla y siguiendo por los de Oaxaca, Michoacán, Jalisco, Guanajuato, Colima…
Predominan, por supuesto, las delicias poblanas, encabezadas por su majestad el camote (en todos sus tamaños y sabores), bien acompañado por los borrachitos, los arrayanes, los macarrones, las yemitas y los jamoncillos de almendra, mis favoritos. Hay también limones rellenos de coco, cocadas de todos tipos, palanquetas de nuez o cacahuate, aleluyas y buñuelos. Orgullo de Nuevo León, están las glorias elaboradas a base de nuez y de Veracruz los dorados.
No es barato, la verdad; pero puedes tener la seguridad de que se trata de dulces de muy buena calidad, frescos y cuidadosamente conservador. Lo dicho: de perdida date una asomada.

El sólo pasar frente al mostrador mistifica. Luego la vista se pierde entre los múltiples colores de las cocadas, los chocolates, los borrachitos y el piloncillo, una fiesta de dulzura que añoras en tu boca.
De manufactura tradicional, encontrarás dulces exclusivos y originales. Uno que me impresiona son los hombrecillos de almendra, que bien podrían pasar por soldaditos de plomo, sin embargo, son un delicioso postre confitado.
Al entrar no podrás evitar inspeccionar con la mirada las vitrinas en que se disponen los dulces, todos oportunamente acomodados y etiquetados con su precio correspondiente, que puede hacerte tragar saliva, como el jamoncillo envinado, que cuesta poco más de cien pesos por pieza.
Una visita obligada para cualquier entusiasta de los dulces, así como del turista que quiera una probadita de la dulzura artesanal mexicana.

Con más de 100 años de tradición, Dulcería Celaya se ha consolidado en el gusto de chilangos, turistas y extranjeros. Es un referente para propios y extraños sobre dulces clásicos, los mejores, los más ricos. En sus inicios, los duces eran traídos del interior de la República, después de adquirir las recetas, la familia Guizar produjo sus propios productos con gran éxito entre sus compradores.
Con cientos de dulces y saborizantes, lo más delicioso son las canastas enteras de estos productos, de tal manera que todo el año es temporada para regalar, probar, invitar o dejarse invitar un delicioso caramelo. Por supuesto hablamos de enero, las fiestas post decembrinas, febrero y las delicias del día del amor y la amistad, en abril, las variedades del mes del niño, y qué decir del día de la madre, en mayo, e imaginen los colores y sabores de las fiestas patrias en septiembre, y qué tal las texturas del día de los muertos, en noviembre, pero los mejores son los de diciembre, los que se regalan a base de cualquier pretexto. ¿Lo valen, o no?

¿No tienes una idea de que regalar? Sé original y regala dulces mexicanos. Una de las mejores dulcerías del país, la dulcería Celaya en el centro histórico hará que de solo entrar al lugar quieras volverte aficionado a las delicias que ahí se venden. Todo bajo el aroma de la arquitectura que domina el edificio donde se encuentra la dulcería. Ubicada en la calle 5 de mayo, a principios de siglo se encontraba en la calle de Plateros (calle que tomaría el nombre del mártir de la democracia y héroe nacional Francisco I. Madero). Hoy es el lugar del sabor y la calidad.
Una probadita de las delicias que ahí podrás encontrar: aleluyas, bolitas envinadas, mostachones, bollos, escandinavos, puerquitos, rosquillas, turrones, buñuelos, rompope, tartas de queso, lenguas, daneses, príncipes, jamoncillos, cocadas, gaznates, mazapanes y encanelados.
¿No te dicen nada estos nombres?, eso quiere decir que te hace falta aprender este tipo de gourmet de repostería tradicional que nunca está de más explorar.

La tradicional Dulcería de Celaya, abierta desde 1874, guarda la Historia de la Repostería Mexicana, ideas para conocer los dulces típicos de nuestro país, mientras se endulza el paladar; hay cocadas, limones, palanquetas, mazapanes, buñuelos y más delicias. La Dulcería de Celaya ubicada en el Centro Histórico es la más importante porque además de ser la primera de esta cadena, es la que guarda la decoración y arquitectura original, con los toques afrancesados de la época porfiriana, así que es un disfrute tanto al paladar como a la vista por los detalles tan exquisitos. Siempre hay mucha gente así que les recomiendo paciencia al ser atendidos, se tardarán un poco en atenderlos, pero cuando tengan los dulces en sus manos sabrán que valió la pena la espera.

Otro de los clásicos del Centro Histórico y uno al que le tengo mucho cariño, pues mi papá me traía de pequeña a comprar dulces.
Encuentras los típicos dulces mexicanos, pero olvídate de los hechos en fábrica o en serie. Aquí venden dulces artesanales, las recetas no han cambiado en décadas.
Muchos de los dulces que venden, sólo los puedes encontrar aquí, en ningún otro lugar los hacen, desgraciadamente.
Prueba los jamoncillos de leche y almendra, que parecen verdaderas obras de arte, diferentes tipos de cocadas, piloncillo, alegrías, camotes, dulce de calabaza y nuez garapiñada (la mejor).
No dejes de admirar la fachada y el interior, en color menta y crema, detalles en color dorado y adornos que recuerdan el barroco. Sólo un lugar así puede albergar tesoros tan dulces.