Este es uno de los lugares perdidos a causa de la predilección que en esta Ciudad se tiene por el automóvil, pues se encuentra ahogada por los distintos niveles del Periférico, que la circunda. Llegar a la glorieta no es imposible, pero sí muy riesgoso, pues cuando dejan de pasar los automóviles de un lado, ya vienen los del otro sentido haciendo que la vialidad nunca se encuentre libre para cruzar hacia el montículo donde se encuentra la fuente que la adorna, junto con la bandera monumental, que se ha achicado entre tantos puentes. No es usual ver la fuente encendida, por lo que la última vez que pasé por ahí y tuve la suerte de ver que estaba en funcionamiento no dudé en tomarle una foto, aunque tuviera que subirme al puente peatonal, ya que a nivel de piso es imposible que luzca.