Entre Puebla y Glorieta de Cibeles, esquina con Sinaloa Col. Rom
1 Bewertung zu Jardín Juan Rulfo
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Carlos A.
Rating des Ortes: 3 Mexico City, México
Vine a la Roma porque me dijeron que acá estaba él, un tal Juan Rulfo. Mi padre me lo dijo. Y yo no le prometí nada porque él aún está vivo, con buena salud, y yo no estaba en plan de prometer un carajo. «No dejes de ir a visitarlo –me insistió-. Llegas por esta calle y de este modo, casi sobre Insurgentes, en la esquina con Álvaro Obregón. Estoy seguro que te gustará». Entonces no pude sino decirle que algún día lo haría y de tanto repetírselo lo olvidé, aunque el lugar quedaba cerca de mi trabajo y no representaba una dificultad. Yo imaginaba aquello a través de la nostalgia de mi padre, entre sus retazos de suspiros literarios. Fue el ocio y no la voluntad lo que me llevó al Jardín. Era el tiempo de las hipotermias. Cuando el frío de enero, envenenado por el olor fétido de las cloacas y el activo, roba el aliento de los indigentes que amanecen muertos debajo de los puentes peatonales. El sitio era un campamento de drogadictos y vagabundos que, como pájaros de mal agüero, se acercaban lentamente a talonearte: «Una monedita, carnal», graznaban con los ojos desorbitados y uno no sabía si en realidad estaban vivos. «Una monedita, carnal», repetían pegados a su estopa como niños al seno de una madre flaca. Y allí al fondo, el busto de bronce del autor de Pedro Páramo lo miraba todo. Su frente amplia, su cabello rizado y relamido, su mueca triste y burlona en mitad de esa ciudad sin concierto; un gesto apagado, como si le causaramos risa y compasión al mismo tiempo.