Jardín Ramón López Velarde

El parque es una zona de tolerancia #420, chaquillas de la Doctors van a a hacer ejercicio y a fumar porro sin ser molestados por la policía, los martes y jueves se arman buenas quintas de Basketball. Los fines de semana hay un mercadito donde venden de todo para comer, les recomiendo las baguettes y las tlayudas

No me gusta el departamento en el que vivo. Lamento y es dolorosa mi ingratitud, pero tolero vivir ahí con su mala señal de celular, sus vecinos desvelados y la ruidosa Avenida Cuauhtemoc. por el parque. Desde donde vivo se puede escuchar el sonido del viento agitando los árboles del recinto verde con nombre del estridente poeta. Poeta que tampoco soporto. Es un sitio amplio donde hay espacio para todos, los deportistas, los niños pequeños, los danzantes, los scouts, la tabla gimnastica de la Iglesia Pentecostes, las parejitas inspiradas por cupido, los futbolistas, los paseantes de perritos, los mirones, los compradores y los amantes de la naturaleza. Es uno de los pocos sitios con arboles de todos los tipos y fauna amigable a la vista. El parque me gusta por eso, por que aunque suceda el tianguis en fin de semana y luzca saturado de personas, siempre hay espacio para respirar tranquilo de la ciudad amenazante de prisa y gris

Este parque presenta por su estado un escenario claroscuro. Por un lado es indudable que es uno de los parques que no ha recibido la debida atención por parte de la delegación sobre todo en lo referente a la poda de los árboles y a la limpieza en algunas de sus áreas. Pero por el otro es un parque vivo pues congrega, todos los días, a una buenas cantidad de personas que van ahí ya sea a pasear sus mascotas, ejercitarse o simplemente a pasear.
Lo primero que se hace notar en este parque es el circuito para correr el cual podría estar en mejores condiciones pero, aun así, es empleado por una buena cantidad de corredores todas las mañanas.
Otra caso que llama la atención es la cantidad de perros los cuales, en su mayoría, viven en el parque. Pero no creas que son perros callejeros; sus dueños son los encargados de la limpieza del parque y que, por cierto, los tienen en perfecto estado.
Lo que también llama la atención es la comunidad que se ha formado de las personas que van todos los días ahí para ejercitarse con los aparatos del propio parque. Creo que son pocos los parques que tengan la cantidad de personas que van a éste simplemente para usar sus aparatos.
Finalmente, me sorprendió la cantidad de eventos que hay los sábados en la mañana: desde escoltas escolares ensañando, hasta una serie de actividades recreativas y organizadas por la propia gente, pasando por las cáscaras en las canchas de básquet y niños jugando en los columpios, resbaladillas y subibajas.

Si el poeta López Velarde viviera se volvería a morir al ver el estado en el que se encuentra el parque nombrado en su honor.
Yo acostumbraba llevar a mi hija de paseo a ese lugar cuando era chiquilla y el parque ya dejaba ver algunos signos de deterioro, pero actualmente los pasillos ya ni siquiera tienen adoquines y entre arena y piedras resulta hasta incómodo caminar por ahí.
El área de juegos no ha cambiado mucho, sólo agregaron algunos aparatos para ejercitarse y una pequeña resbaladilla con la que, en todo caso, es posible ahora incluir a los niños pequeños.
Lo rescatable de este parque es sin duda su gran tamaño y la cantidad de árboles veteranos que en épocas calurosas seguramente darán una sombra muy reconfortante. Por otro lado y a pesar de todo, mucha gente lo visita los fines de semana, dándole un toque de vida y movimiento al lugar.
Por lo demás creo que el parque pide ayuda a gritos y estoy segura que con una merecida manita de gato sería un espectacular lugar de recreo para ir en familia.

Ubicado al límite de la Roma Sur con el Viaducto, se encuentra este parque-​jardín el cual es un espacio amplísimo para la recreación. Funge como deportivo, tiene juegos infantiles y pasajes que hacen las veces de pista para hacer deporte.
Arbolado a más no poder, pareciera que la luz solar no entrara por entre sus ramas, sin embargo, los pequeños haces de luz logran colarse dando una sensación entre tétrica y apacible.
Es una espacio tan grande que es idóneo para ir a caminarlo o, simplemente, ir a sentarse a alguna de sus bancas y dejar correr el tiempo leyendo un libro, fumando un cigarro o simplemente disfrutando el correr de las hojas con el viento.
Va paralelo a la calle de Orizaba, una de las principales calles de la Roma en la cual encontrarás un sinfín de establecimientos para consumir un café, degustar una buena comida o tomarte una cerveza.