Una pequeña heladería y cafetería a unas cuadras de la Calzada de Tlalpan: una mesa en el exterior con su sombrilla y un par de sillas se ofrecen a la clientela si quiere permanecer en este agradable sitio por algún tiempo. Está muy limpio, y un pequeño detalle que en pocos lugares he observado es que con el café obsequian una pequeña galleta de mantequilla. El café está muy rico; el lugar es un local totalmente abierto hacia la calle, y todo en su interior se percibe muy ordenado. El equipo nuevo llama la atención y el concepto está cuidado al grado que da la impresión de que el negocio es parte de una cadena o una franquicia, pero a decir de la empleada es un establecimiento único. Sobre la banqueta hay, por fortuna, un árbol que le procura sombra a la mesa exterior y también al local, quizá eso contribuyó a que se me antojara entrar. Además no hay muchos lugares de este estilo en la zona.